Hay conciertos que marcaron un antes y un después en el mundo de la música, que cambiaron la forma de tocar en vivo. Estos son los más impactantes.
Fuente: Rolling Stone
Esta lista nació de grandes discusiones. ¿Bruce Springsteen era mejor en 1975 o en 1978? ¿Cuándo dio Kanye su gran paso? ¿Cuál tour fue mejor, The Joshua Tree o Zoo TV? Los conciertos y giras que entraron en la selección no solo fueron grandes espectáculos; profundizaron el poder del rock & roll, desde Neil Young haciendo jams de 20 minutos con Crazy Horse o Beyoncé, convirtiendo un show de estadio en un desahogo personal. “Casi levitas gracias a la energía del público”, dijo Keith Richards. “Y es algo que extrañas cuando no estás allí”. Aquí están quienes lo han hecho mejor.
THE JIMI HENDRIX EXPERIENCE
Are you experienced, el álbum debut de 1967 de Jimi Hendrix, estableció la genialidad del artista. Los 200 shows que hizo para promocionar el álbum lo consolidaron como leyenda. Junto a su indulgente y eufórica sección rítmica británica —el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell—, no hizo nada más y nada menos que liberar la guitarra eléctrica, convirtiendo cada show en una exploración pirotécnica. “Pensé: ‘Dios mío, es como Buddy Guy bajo los efectos del ácido’”, recordó después Eric Clapton. En la gira por Estados Unidos el debut fue en el Monterey Pop Festival, donde Hendrix le prendió fuego a su guitarra, dejando al oficial de bomberos horrorizado y a la multitud hechizada. A lo largo de la gira, The Jimi Hendrix Experience tocó junto a Pink Floyd y Cat Stevens en todo tipo de escenarios, desde teatros hasta bares de motociclistas.
“También tocamos en un baile de graduación en París en marzo de 1967, en un lugar muy lujoso”, recuerda Mitchell. “Había una banda de vientos antes de nosotros y no querían bajarse del escenario. Recuerdo que uno de nuestros roadies, en un acto de desesperación, le empujó la vara del trombón al trombonista en la boca, dejando dientes y sangre por doquier”. Sin embargo, cuando los shows salían bien, Hendrix era heroico. Su espectacularidad se remontaba a sus años como acompañante de Little Richard; vestía prendas psicodélicas radiantes, golpeaba el diapasón de su guitarra, mordía las cuerdas y tocaba por detrás de su cabeza. “Con Jimi era como una obra de teatro”, resaltó alguna vez Robert Wyatt, baterista de Soft Machine y compañero de Hendrix en una gira. “El drama, el ritmo, las subidas y las bajadas”. El momento cumbre del Verano del Amor llegó a comienzos de junio, cuando The Experience tocó en Londres. Con los Beatles entre los asistentes, Hendrix abrió con el tema que le da nombre al álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que había sido lanzado tan solo dos días antes. “1967 fue el mejor año de mi vida”, declararía más adelante. “Solo quería tocar y tocar”.
5 DE ABRIL DE 1968, BOSTON GARDEN
JAMES BROWN
El 4 de abril de 1968 Martin Luther King Jr. fue asesinado en Memphis. Como consecuencia, los Estados Unidos ardieron. Hubo disturbios en Washington D.C., Baltimore, Chicago, Kansas City, Missouri y otras ciudades. En Boston, los líderes de la ciudad anticipaban más violencia. En medio de esta tensión, James Brown, el músico afroamericano más explosivo de la época, hizo un milagro. El cantante y su equipo tenían programado tocar en el Boston Garden el 5 de abril.
La ciudad consideró cancelar todos los eventos públicos esa noche, pero el promotor del concierto, Thomas Atkins, concejal de la ciudad, convenció al alcalde Kevin White de que cancelar un show de esa magnitud solo podría generar más rabia y violencia. “Si este concierto no se hubiera llevado a cabo”, recuerda el DJ local James “Early” Bird, “habríamos tenido el problema más grande en la historia de Boston desde el Motín del Té”. Para Brown fue frustrante la decisión de televisar el show, como una manera de mantener a la gente alejada de las calles, ya que disminuyó la venta de entradas. “Pero él tenía la obligación de honrar a Martin Luther King Jr.”, dice el saxofonista de Brown y líder de la banda, Pee Wee Ellis, y luego de que Brown obtuvo el pago que quería, todo quedó arreglado.
“El show transcurrió igual que en los demás lugares en los que habíamos tocado”, dice el trombonista Fred Wesley. “Fue un show normal”. Desde luego, en 1968, el “show normal” significaba una demostración de energía y poder dinámico distinto a cualquier cosa en la música. Luciendo un vestido negro y un copete, Brown se movía con la velocidad de la luz y sus gritos vibraban en las vigas del techo mientras la banda interpretaba sus éxitos. Tocaron I Got You (I Feel Good) al doble de su velocidad, y Cold Sweat tuvo un solo increíble del funky drummer Clyde Stubblefield.
Sin embargo, Wesley, quien solo llevaba poco tiempo en la banda de Brown, recuerda que se sentía un miedo palpable entre los miembros, así como tensión en el coliseo: “No sabíamos si iba a haber una guerra contra la gente negra o si se iba a desatar una guerra racial. Cuando nos subimos al escenario todavía estábamos prevenidos con lo que pudiera suceder”. Pero si algo le impresionaba a Wesley de James Brown era la capacidad que tenía de controlar al público todas las noches. Cuando el set llegó a su clímax durante el dramático “acto de la capa” de Brown, algunos fanáticos jóvenes comenzaron a aproximarse al escenario, por lo que oficiales de policía blancos corrieron a restaurar el orden. Comenzaron los empujones y el momento de caos que muchos habían vaticinado parecía haber llegado finalmente.
Pero Brown intercedió rápidamente. “No están siendo justos con ustedes, conmigo ni con su raza”, le dijo al público. “Ahora, ¿estamos juntos o no?”. Luego se volteó hacia Stubblefield y le ordenó: “Golpea esa cosa, hermano”. Y así la banda comenzó a tocar una versión furiosa de I Can’t Stand Myself (When You Touch Me). El alcalde White, a quien el artista presentó como un “tipo jovial”, se subió al escenario. Brown se bajó de la tarima estrechando las manos de las primeras filas, como si fuera un líder político y a la vez una estrella del soul.
Durante las siguientes semanas a Brown le llovieron solicitudes para aparecer en todos lados, incluyendo un viaje a Washington D.C. para hablar con los agitadores. En agosto de ese año lanzaría su monumental álbum lleno de mensajes, Say it Loud – I’m Black and I’m Proud. “Pude hablarle al país durante la crisis, y esa fue una de las cosas que más significaron para mí”, diría luego. Casi 50 años después, Ellis todavía se siente conmovido por el momento. “Estoy orgulloso de haber hecho parte de eso”, dice. “Estoy complacido de que todo haya salido como salió”.
1968, GIRA POR EE. UU.
BIG BROTHER AND THE HOLDING COMPANY
Como muchas cosas en la carrera de Janis Joplin, la gira para promover Cheap Thrills, su álbum de 1968 con Big Brother and the Holding Company, fue un triunfo en medio del caos. En la víspera de la gira, la cantante anunció que dejaba la banda, lo que generó peleas a gritos con algunos de los músicos. Sin embargo, esa tensión —combinada con la extenuante grabación del álbum, que logró ajustar lo que para el baterista Dave Getz era una “banda sin solidez”— produjo una despedida fascinante. La mezcla de su voz carrasposa de chica salvaje y el emotivo blues rock de Big Brother demostraron ser transformadores. “A finales de 1968, no creo que hubiera ningún cantante de rock que la pudiera igualar”, dice Getz.
ELVIS. ESPECIAL DE REGRESO
“Elvis casi nunca estaba nervioso”, dice el baterista D.J. Fontana al recordar el especial de la NBC que hizo despegar de nuevo la carrera de Elvis luego de sus años en Hollywood. “Pero en esa ocasión sí lo estaba”. Lo más destacado: un set íntimo sentado con su banda, Fontana y el guitarrista Scotty Moore, que fue casi como ver a Elvis en el Louisiana Hayride en 1954. “Tocar con Elvis fue maravilloso”, recuerda Darlene Love, quien hizo coros durante el show, “porque realmente no sabíamos qué esperar de él”.
1968, GIRA DE DESPEDIDA
CREAM
Eric Clapton acabó Cream en 1968 tras solo dos años, cansado de mantener la paz entre sus compañeros, Ginger Baker y Jack Bruce. Pero incluso mientras se disolvía, Cream sobrepasó los límites.
“No tenía nada que ver con letras o ideas”, dice Clapton. “Era más profundo, algo completamente musical”. En el Madison Square Garden tocaron una versión de casi 20 minutos de Spoonful. En San Francisco tocaron bajo luces psicodélicas, con Clapton, Baker y Bruce haciendo solos simultáneos. “Fue un espectáculo asombroso y un sonido explosivo”, dijo Roger Waters, quien los vio en ese momento.
24 DE FEBRERO DE 1969, PRISIÓN DE SAN QUENTIN
JOHNNY CASH
“Recuerdo que atravesé varias puertas de hierro, y al oírlas cerrarse pensé: ‘Espero que salgamos de aquí’”, comenta Bob Wootton, guitarrista de Johnny Cash, acerca de su visita a la prisión de San Quentin el 24 de febrero de 1969. San Quentin era (y sigue siendo) la prisión más antigua de California, así como la que más penas de muerte tiene en el país. Ese día, cuando Cash se subió al escenario vistiendo su tradicional traje negro, fue recibido con una panorámica que hubiera asustado a un artista distinto: 2 mil presos condenados gritando. Pero Cash, que siempre había sentido una afinidad especial con los reos, parecía entender la importancia del momento. “John estaba muy solemne ese día”, dice Wootton. “Todos lo estábamos. Esto te recuerda lo que das por hecho. John se conectó con los prisioneros de una manera que nunca había visto con otro público”.
Cash había tocado en prisiones en el pasado, incluyendo un show previo en San Quentin y en la famosa Prisión de Folsom en California. Su show en San Quentin en 1969 fue todo un espectáculo que presentó a The Carter Family, The Statler Brothers y a Carl Perkins, y se filmó para la televisión británica. Cash tocaba con intensidad de acero, cuando no estaba bromeando con el público. En cierto sentido, se convirtió en uno de ellos.
Cash trataba su repertorio más como una guía que como un programa concreto y rápido, y terminó complaciendo a los reclusos con canciones como Starkville City Jail y Wanted Man de Bob Dylan. El artista también escribió una canción para la ocasión, la vibrante y melancólica San Quentin. La primera frase, “San Quentin, you’ve been livin’ hell to me” [San Quentin, has sido un infierno en vida para mí] causó euforia en el público. “¡Otra vez!”, gritaron. “Está bien”, dijo Cash. “Aunque antes de cantarla, si alguno de los guardias todavía me habla, ¿me podrían dar un vaso de agua?”. El público se rió y luego abucheó al guardia.
Uno de los momentos estelares del show fue A Boy Named Sue, canción que tuvo su debut mundial ante toda la prisión, incluida la banda. “Ni siquiera sabía que teníamos ese tema”, dice el baterista W.S. Holland con una carcajada. En ese entonces no teníamos monitores y no podíamos oír mucho en el escenario”. John simplemente la empezó a tocar. La primera vez que oí la canción de verdad fue más tarde en el estudio”.
A Boy Named Sue se convirtió en un sencillo Número Uno de country y se posicionó en los listados de pop, despejando un camino para un éxito más grande, para regocijo de Cash. “Siempre pensé que era irónico que fuera un concierto en una cárcel, en el que los convictos y yo nos llevamos como se llevarían los rebeldes, los raros y los malhechores, lo que dispararía mi comercialidad hasta el punto en que la ABC pensó que yo era lo suficientemente respetable como para tener un show semanal de televisión”, escribió Cash en su autobiografía de 1997.
1969, GIRA POR ESTADOS UNIDOS
IKE & TINA TURNER
El regreso de los Rolling Stones a los Estados Unidos en 1969, luego de una ausencia de tres años —un periodo que incluyó Beggars Banquet y la muerte del guitarrista Brian Jones— fue lo que el crítico Robert Christgau describió como “la primera gira mítica del rock & roll de la historia”. Pero en sus 17 fechas por los Estados Unidos, algunas veces fueron eclipsados por los músicos que ellos habían escogido como teloneros, sus viejos amigos Ike y Tina Turner, con su espectáculo lleno de energía de R&B.
Los Stones conocieron a Ike y a Tina en medio del círculo de Phil Spector en Inglaterra. “Siempre veía a Mick listo para hacer algo grande”, dice Tina, recordando las presentaciones de mediados de los 60. “Iba a verlo ocasionalmente; tocaban y Mick golpeaba la pandereta. No bailaba. Pero, de repente, ¡cuando llegó a Estados Unidos hacía de todo!”. Jagger admitiría luego que “había aprendido muchas cosas de Tina”. En Estados Unidos, Ike y Tina ganaron más público con covers salvajes y sudorosos del nuevo canon del rock & roll, incluyendo una estridente explosión de Come Together de los Beatles (“Recuerdo haberle dicho a Ike que por favor me dejara cantar esa canción en el escenario”, comenta Tina).
Cantaron Piece of My Heart de Janis Joplin y una enérgica versión de Proud Mary de Creedence Clearwater Revival, que para 1971 se convertiría en su éxito más grande. Su cover de I’ve Been Loving You Too Long de Otis Redding también generó atención, gracias a un fragmento orgásmico que llegó a volverse aún más atrevido. “No creo que [la canción] pueda ir más allá”, dijo Tina en 1971. “Se está volviendo pornográfica”. En el Madison Square Garden, la propia Joplin hizo una parada para colaborar con Land of 1,000 Dances. Cuando la gira terminó, los periodistas no podían controlar su entusiasmo. “Vogue lo resumió más locuazmente”, dijo Tina. “Fueron a ver a Mick Jagger, pero vieron a Ike y a Tina, y han estado viniendo desde ese entonces’”.
1969, GIRA MUNDIAL
LED ZEPPELIN
Antes de los aviones privados, las montañas de cocaína y las acusaciones de magia negra, Led Zeppelin eran cuatro tipos abriéndose camino en los Estados Unidos por primera vez. Llegaron a ese país a finales de diciembre de 1968, justo antes de que su primer LP estuviera en las tiendas. “Recuerdo haber ido a un teatro en el que la carpa decía: ‘Vanilla Fudge, Taj Mahal y teloneros’”, dijo Robert Plant en 2005. “Pensé: ‘¡Bien, aquí estamos: los teloneros!’”. Todo el mundo supo su nombre al poco tiempo. Un mes después realizaron un set de cuatro horas en la Boston Tea Party. Tocamos nuestro set usual de una hora utilizando todo el material del primer álbum”, dijo John Paul Jones. “El público no nos dejaba bajar del escenario”. 168 shows ese año, mientras lanzaban canciones como Whole Lotta Love, dejaron ver la futura promesa de la furia en vivo de Zep. “Este grupo podría convertirse en una de las bandas más grandes de la historia”, dijo Jones. “Espero que no lo arruinemos”.
1970, GIRA POR ESTADOS UNIDOS
BLACK SABBATH
Cuando Black Sabbath aterrizó en el Aeropuerto JFK por primera vez en Estados Unidos, Ozzy Osbourne garabateó la palabra “satanista” en el renglón de religión de su formulario de inmigración. Muchos de los que vieron sus shows —como teloneros de Faces, Alice Cooper y The James Gang— no sabían qué pensar de estos mechudos ingleses. Sin embargo, un punto de inflexión se dio en el Fillmore East de Nueva York. “Agarré uno de mis tambores y se lo lancé al público”, dice el baterista Bill Ward. “Pensé: ‘¡Muévanse, hagan algo, maldita sea!”. Poco después, todos estaban moviendo sus cabezas”. Las incesantes giras por Europa habían convertido a Sabbath en un ataque de fuerza brutal. “Fue fundamental”, dice Ward acerca de la gira. “Era pura dinamita”.
14 DE FEBRERO DE 1970, UNIVERSIDAD DE LEEDS
THE WHO
Después de Tommy, la ópera rock de 1969, The Who quería regresar a sus raíces más crudas con un álbum en vivo. Pete Townshend odiaba tanto las grabaciones de su gira por Estados Unidos que terminó arrojándolas a una fogata. Pero todo se activó de nuevo en Inglaterra, frente a 2 mil fanáticos voraces en la Universidad de Leeds, donde la banda se despachó con 38 canciones, incluyendo una versión de casi 15 minutos de My Generation. “Es el mejor público para el que hayamos tocado”, diría Townshend más adelante.
25 AL 30 DE AGOSTO DE 1970, THE TROUBADOUR
ELTON JOHN
Cuando Elton John se subió al escenario del Trobadour de L.A. para la primera de las seis noches, era un cantante de 23 años poco conocido, que recientemente había cambiado su nombre; se llamaba Reginald Kenneth Dwight. Cuando terminó el show era una sensación. La apuesta era muy alta. Su álbum debut, que había salido esa primavera, no se estaba vendiendo. Después de lo que él llamó una “reunión de crisis” con su disquera, lo enviaron a Estados Unidos. El sello se aseguró de llenar el recinto, con capacidad para 300 personas, con grandes nombres como David Crosby, Graham Nash y Mike Love de los Beach Boys. “La segunda noche, Leon Russell estaba en la primera fila, pero no lo vi hasta el último número”, recuerda Elton. “Gracias a Dios no lo vi, porque en esa época dormía y comía Leon Russell”.
Neil Diamond presentó a Elton. “Soy como todos ustedes”, dijo. “Estoy aquí porque escuché el álbum de Elton John”. Pero aquellos que habían oído su disco no sabían a qué se enfrentarían: a un cantautor poético con la extravagancia de una estrella de rock. Canciones del álbum como Take me to the Pilot y Sixty Years On fueron interpretadas con energía punk, Elton se arrodilló como Jerry Lee Lewis y volcó la silla del piano. El set incluyó estándares como Great Balls of Fire y Honky Tonk Women. El intenso recibimiento lo animó a experimentar con técnicas teatrales más arriesgadas. “Parecía una persona muy calmada”, dice el baterista Nigel Olsson. “De un momento a otro frente al público estadounidense, comenzó a utilizar orejas de Mickey Mouse y a saltar. Allí empezaron a aparecer cosas extravagantes”.
Contrario al álbum debut de Elton, lleno cuerdas exuberantes, arpa y sintetizador, esa noche actuó acompañado únicamente por Olson y el bajista Dee Murray. “Hicimos mucho ruido”, le dijo Murray a ROLLING STONE en 1987. “Era nuevo. Elton estaba experimentando. Además, teníamos que compensar la orquesta”. Elton tocó cinco noches más, y en la ciudad empezaba a correr el rumor: “Su música es asombrosamente original”, escribió el crítico Robert Hilburn de Los Angeles Times. Poco después Your Song llegó al Número Ocho, en enero de 1971.
47 años más tarde Elton recuerda con cariño ese primer viaje a Estados Unidos. “Todo estaba listo”, dice. “Nada era imposible. Estás trabajando lleno de adrenalina por el simple hecho de que eres un éxito. Todavía me encanta lo que hago, y tengo 70 años”.
1970, GIRA DE INVIERNO POR ESTADOS UNIDOS
NEIL YOUNG AND CRAZY HORSE
A comienzos de 1970, Neil Young finalmente se había convertido en estrella gracias al enorme éxito de Crosby, Stills, Nash & Young. Durante una pequeña pausa de la banda y tras grabar su tercer LP, After the Gold Rush, Young decidió presentarles a sus fans su nueva banda, Crazy Horse —cuyo sonido de rock sonaba completamente diferente al de CSNY— en una gira de bares, teatros y, ocasionalmente, de auditorios universitarios. “Cuando Neil toca con Crazy va hacia otro lugar y toca desde lo más profundo de su interior”, dice el baterista Ralph Molina. “Se convierte en Neil Young, en el verdadero Neil Young”.
Era un sonido que nadie había oído antes. Mientras que otras bandas como los Allman Brothers tocaban con un profesionalismo virtuoso, Crazy Horse producía un caos lleno de crudeza. Todas las noches comenzaban con un set acústico antes de que Crazy Horse se subiera al escenario. Canciones como Down by the River y Cowgirl in the Sand en ocasiones se extendían hasta 20 minutos, en los que Young intercambiaba solos dementes con el guitarrista Danny Whitten. “Danny tiene una presencia musical fuerte, probablemente tan fuerte como la de Neil”, dice el bajista Billy Talbot. “Empezamos a hacer canciones más largas, algo que Neil no había hecho antes”.
En marzo Bill Graham los contrató en el Fillmore East para hacer cuatro shows en dos noches, en las que compartirían con Miles Davis y Steve Miller Band. Todas las noches Whitten cantaba Come on Baby Let’s Go Downtown, una canción acerca de la heroína, droga que comenzó a consumir desmedidamente en aquella época. Una noche, tras bambalinas, Young escribió en una hoja la frase: “He visto la jeringa y el daño hecho”. Al cabo de dos años, Whitten estaba muerto y la canción de Young acerca de él, The Needle and the Damage Done, aparecería en Harvest, el exitoso álbum de 1972. “Fue una gran pérdida”, dijo Young. “Me enseñó que uno no puede dar todo por hecho. Uno no puede dar las cosas por sentadas, todo se puede ir en cualquier momento”.
5 AL 7 DE MARZO DE 1971, FILLMORE WEST
ARETHA FRANKLIN
Cuando el promotor Bill Graham contrató a la Reina del Soul para tocar tres noches en su escenario de San Francisco en marzo de 1971, nadie sabía si funcionaría, incluyendo a la propia Aretha. “No sabía cómo podrían reaccionar los hippies”, dijo. Como recuerda el baterista Bernard Purdie: “Ella estaba haciendo lo que uno llamaría ‘shows al estilo Las Vegas’. Pero este era un público completamente distinto”. Nadie debía preocuparse. Con una banda dirigida por el saxofonista King Curtis y con Billy Preston en el órgano, Franklin reinterpretó clásicos del pop y el rock en su propio estilo —convirtió Bridge Over Troubles Water de Simon and Garfunkel en un góspel a manera de pregunta-respuesta y le dio una dirección funk a Eleanor Rigby—. El fin de semana de los shows (algunos fragmentos fueron lanzados unos meses después como Live at Fillmore West) tuvo un final apropiadamente glorioso: la última noche Frankling invitó a Ray Charles, que estaba entre el público. Y, aunque se habían conocido ese mismo día, intercambiaron partes de piano y voz en una versión épica de 19 minutos de Spirit in the Dark. “Convirtió el lugar en una iglesia”, dijo Charles más tarde. “Ella es increíble”.
18 DE SEPTIEMBRE DE 1970, CÁRCEL DEL CONDADO DE COOK
B.B. KING
B.B. King estaba dando un concierto normal en un bar de Rush Street en Chicago a finales de los 60 cuando lo invitaron a hacer un show en la cárcel del condado de Cook. “Sabía que a los presos les gustaría”, dijo el guardia Clarence English. “Y sabía que nos lo agradecerían… Si uno les da un poco más de helado o los deja dormirse más tarde en la noche, no pelean ni se matan entre ellos”.
El nuevo mánager de King, Sid Seidenberg —que estaba ayudándolo a resurgir en escenarios como el Fillmore West— vio una oportunidad. Le dijo a King que aceptara el concierto e invitó a la prensa y a un ingeniero para hacer un álbum en vivo (Johnny Cash había lanzado el exitoso At Folsom Prison dos años antes). Lo que comenzó como una jugada comercial terminó volviéndose algo más profundo. “Sentía tristeza en mi corazón por los tipos tras las rejas”. Con una big band apoyándolo, King interpretó versiones candentes de Every Day I Have the Blues y How Blue Can You Get? con una furia con la que el ensamble claramente se conectó. Los presos lo abuchearon cuando se montó al escenario, pero al final estaban hipnotizados. El show salió en Live at Cook County Jail de 1971, un documento del maestro del blues eléctrico en su máxima expresión. “La gente tenía lágrimas en los ojos”, dice English. “Al igual que yo”.
11 AL 13 DE MARZO DE 1971, FILLMORE EAST
THE ALLMAN BROTHERS BAND
Los Allman Brothers aún eran unos rockeros jóvenes y hambrientos de Georgia cuando programaron tres noches en el Fillmore East de Bill Graham en Nueva York a comienzos de 1971, con la idea de grabar un álbum en vivo. “Mi hermano siempre creyó que los Brothers debían hacer un álbum en concierto, y el sello discográfico accedió”, recuerda Gregg Allman. “El Fillmore era la opción más lógica. No creo que hayamos pensado en otro escenario”. At Fillmore East, el LP que hicieron allí, se convirtió en su declaración definitiva.
Aparecieron en un cartel liderado por Johnny Winter, Pero se lucieron durante la primera noche, y cuando el recinto se desocupó luego de su show, fueron ellos quienes pasaron a encabezar. Con la banda muy bien ajustada, los Allman tuvieron tiempo de extenderse en viajes espectaculares —“En esos largos jams, nos subíamos y no había mañana, no había ayer”, dijo el baterista Butch Trucks. Los conciertos también tenían problemas. En la última noche, un susto por una supuesta bomba retrasó el inicio del segundo show hasta la madrugada (“¡Buenos días a todos!”, anunció alguien antes de Statesboro Blues).
Aquel set mañanero terminó convirtiéndose en el que mantendrían: Whipping Post se expandía sobre un hermoso terreno melódico de 23 minutos; Mountain Jam ascendía durante media hora. El ingeniero de Atlantic Records Tom Dowd revisó la grabación; al contrario de la mayoría de los álbumes en vivo, nada necesitaba hacerse de nuevo, excepto unas pocas grabaciones vocales. El LP se convirtió en disco de oro el 25 de octubre, cuatro días antes del que el guitarrista Duane Allman muriera en un accidente de motocicleta. “Es el álbum en vivo con mejor sonido de la historia”, dice Dan Auerbach de los Black Keys. “Es una puta maravilla”.
28 AL 31 DE DICIEMBRE DE 1971, ACADEMY OF MUSIC
THE BAND
The Last Waltz, la película de despedida de The Band de 1978, es la película en concierto más grande de todos los tiempos. Pero ni siquiera esa interpretación alcanza los niveles de las cuatro noches de The Band en el Academy of Music de Nueva York a finales de 1971. Los shows, que fueron lanzados en una recopilación en 2013, capturaron a The Band en su momento más sólido y funky al inyectarle algo de R&B de Nueva Orleans a su armonioso folk rock. Fue un periodo de moral alta y experticia musical para este grupo (ocasionalmente volátil), resultado de una década de muchas giras, con Ronnie Hawkins, Bob Dylan y por su propia cuenta. “Había una especie de hechizo con el que a todos les estaba yendo muy bien”, le dijo Robbie Robertson de The Band a ROLLING STONE en 2013. “Luego se convirtió en un juego de azar. Uno no sabía en qué condición se iba a aparecer alguien”.
Era un momento necesario para la banda. Tres años después de su novedoso debut Music From Big Pink, sus dos álbumes de estudio, Stage Fright y Cahoots no habían recibido reseñas muy favorables. Con el fin de apuntarle a una energía más fresca, Robertson contrató a Allen Toussaint —director musical de Nueva Orleans— para hacer un ensamble de vientos para sus conciertos en el Academy of Music. Por poco no funciona. Todos quedaron consternados con el robo del maletín del director cuando iba de Nueva Orleans hacia la sede principal de la banda en Woodstock, donde tuvo que reescribir las partituras de memoria. Las escribió en tonalidades equivocadas, y la banda tuvo que aprendérselas en estas nuevas tonalidades. Roberton recuerda haber pensado que estaban jodidos.
La ansiedad se disipó cuando se subieron al escenario. “Sentí un escalofrío”, dice Robertson. “Pensé: ‘Bien, estoy sintiendo algo de magia en el aire aquí…’. Tan pronto como comenzamos la primera canción, no estábamos tocando el suelo”, comentó.
El grupo fijó el tono con un cover funky y sólido de Don’t Do It de Marvin Gaye y se movió con gracia hacia lo suyo. The Band tocó con intensidad Unfaithful Servant y Get Up Jake, y les imprimió energía a canciones menos conocidas como Smoke Signal. “Solo la hicimos una o dos veces”, dice Robertson. “Levon [Helm] hizo un trabajo maravilloso en ella”. Convirtieron Chest Fever y Rag Mama Rag en una fiesta callejera, y volvieron a sus raíces con el tema de 1958 (I Don’t Want to) Hang Up My Rock & Roll Shoes de Chuck Willis.
The Band guardó su sorpresa más grande para el final. En la víspera de Año Nuevo invitaron a su viejo amigo Dylan, quien había estado alejado durante años. Vestido con la pinta que usaba a mediados de los 60, con gafas negras de aviador y una Telecaster, Dylan interpretó feroces versiones de Like a Rolling Stone y Don’t Ya Tell Henry, haciendo pausas solo para hablar de los arreglos. “Estábamos siendo un poco atrevidos”, dice Robertson. (Los vientos no acompañaron a Dylan: “Empezó a mirar y nos vio, se alejó del micrófono y nos miró por encima de sus gafas”, dice Howard Johnson, que tocaba la tuba. “Les dije a todos: ‘Bajémonos del escenario’”).
Meses después las partes más importantes de aquellos shows fueron recopiladas en el LP doble en vivo Rock of Ages, al cual los críticos consideraron de inmediato uno de los mejores álbumes en vivo de los 70. “Nunca me había divertido tanto haciendo un disco en vivo”, dijo el baterista Levon Helm.
1972-73, GIRA MUNDIAL
DAVID BOWIE, ZIGGY STARDUST AND THE SPIDERS FROM MARS
“Quería que la música se viera como sonaba”, dijo David Bowie, quien reinó en su más grande gira de ensueño estelar como un dios espacial del rock & roll, con maquillaje brillante y pelo colorado. Gracias a la salvaje elegancia de los Spiders From Mars, la música era más atrevida y desarrollaba una simbiosis entre Bowie y el guitarrista Mick Ronson. “Había magia allí”, dice el teclista Mike Garson. La ziggymanía se expandió por el mundo y nunca se detuvo, aunque Bowie logró superarla.
1973, GIRA POR NORTEAMÉRICA
VAN MORRISON
Se necesita una banda extraordinaria para igualar las versiones de estudio de temas como Domino y Cyprus Avenue, pero con los 10 músicos de la Caledonia Soul Orchestra, Van Morrison logró su cometido noche tras noche. Con vientos, cuerdas e intensas habilidades jazzísticas, la banda estaba lista para “llevar las canciones adonde Van Morrison quisiera”, dice el guitarrista John Platania.
“Las interpretaciones siempre eran diferentes”. Morrison, como de costumbre, se perdía en la música, sumergiéndose tanto en ella que sufría dolores de espalda (los zapatos de plataforma que utilizaba tampoco ayudaban). Rara vez se dirigía al público y mantenía la banda a sus pies con gestos sutiles que lograban generar cambios dinámicos dignos de James Brown. “Hacía señales a sus espaldas”, dice Platania. “Mostraba su mano y estiraba los dedos. Así sabíamos que teníamos que bajar y luego subir de nuevo”.
“Morrison se estiraba, jugaba con su fraseo, alargaba sílabas como un cantante de jazz. La banda se disolvió luego de la gira, pero vive en It’s Too Late to Stop Now de Morrison, uno de los mejores álbumes en vivo todos los tiempos, lanzado recientemente en una versión gloriosamente extendida. “Estábamos tristes al ver que terminaba”, dice Platania. “Pero en esos días él decía cosas como: ‘El espectáculo no debe continuar’”. DAVID BROWNE
1975, CBGB
PATTI SMITH GROUP Y TELEVISION
Luego de dos meses siendo la banda de planta, The Patti Smith Group pasó de ser un proyecto de arte a ser un grupo formidable, y el CBGB del bajo Manhattan estaba camino a convertirse en uno de los bares de rock más famosos del mundo. Mucho del material que terminó en Horses, el debut de Smith, cobró vida allí, cuando Smith improvisaba cantos poéticos mientras la banda tocaba con brutalidad patrones de acordes simples.
“CBGB era el lugar ideal para sonar como un llamado a la batalla”, escribió Smith. Por otra parte, Television había comenzado a hacer énfasis en los tapices de guitarras entretejidas que quedarían inmortalizados en Marquee Moon. La historia del rock se estaba escribiendo en un bar sin camerinos y con un perro incontinente como residente (y los músicos lo sabían). “Recuerdo que una noche estaba parado fumándome un porro afuera del CBGB, en la puerta de un hotel vecino en ruinas, y me di cuenta de que este era el tipo de reunión de energía psíquica con el que siempre había soñado cuando leía acerca de la escena de San Francisco de 1966”, dice el guitarrista de Patti Smith, Lenny Kaye.