Ezra Koenig explora el amor y la crisis en el primer disco de la banda en seis años.
Vampire Weekend - 'Father of The Bride'
Columbia - 4 estrellas
Con 18 canciones en menos de una hora, el primer disco de Vampire Weekend en seis años suena como un esfuerzo maníaco por recuperar el tiempo perdido. El cantante y guitarrista Ezra Koenig ofrece sus ganchos y sus puentes con tantos cambios de ritmo y de tonos, y con tantos arreglos instrumentales dramáticos que, al final del álbum, sentís como si te hubieran arrastrado a lo largo de un homenaje en clave de pop moderno a Abbey Road, de los Beatles.
Father of the Bride es tan minuciosamente detallado y meticulosamente elaborado que te mete con rapidez y facilidad en sus invenciones: el remolino entre el rasgueo country y el interludio clásico de "Harmony Hall"; el hip-hop enroscado de "Sunflower", con su riff vocal insidioso; el rebote estilo soweto y el coro con Auto-Tune en plan Beach Boys de "Flower Moon". Pero esta música melosa está cargada de problemas. Frustración, desesperanza y crisis románticas aparecen como explosiones, mientras Koenig lanza malas noticias con un ímpetu vocal encantadoramente pulcro.
"Unbearably White" parece ser la autocrítica de Koenig acerca de los orígenes de Vampire Weekend en una universidad de la Ivy League y la cadencia despreocupada afrocaribeña de sus primeros discos. De hecho, el título evoca imágenes de un vacío frío y asfixiante, servidas junto a una guitarra elegante, un bajo de jazz fusión, y arreglos orquestales ondulantes. En "How Long?", Koenig corta el tono cómico -guitarras de funk setentoso, sintetizadores como sirenas- con una amargura sarcástica. Y en su trilogía de duetos con Danielle Ham, desplegados a lo largo del álbum como capítulos de una serie, los dos cantantes pasan del divorcio a la felicidad como una versión indie-rock de Johnny y June Cash.
El multiinstrumentista Rostam Batmanglij se fue a principios de 2016, insistiendo en que seguiría trabajando con Koenig. Pero Batmanglij aparece solo dos veces en este disco, como productor o compositor, mientras que Koenig -que ahora vive en L.A., y colaboró como productor y compositor en "Hold Up", el éxito de Beyoncé de 2016- amplía su alcance.
Con excepción del infierno estilo New Order de "Sympathy" y el flashback a "Brown Eyed Girl" de Van Morrison en "This Life", en Father of the Bride hay muy poco de rock, al menos el tipo de rock característico del boom de los grupos de guitarras en el cambio de milenio. Los Vampire Weekend llegaron tarde a esa escena, pero parecen los más inteligentes de la camada, conduciendo una música suntuosa y emocionalmente compleja que es perfecta para este momento del pop. "Tarde o temprano, se cuenta la historia", canta Koenig en "Unbearably White". "Si la contara yo mismo, sería insoportablemente osado."
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