Estos últimos meses los vinilos han tenido un gran protagonismo.
Este fin de semana se celebró el Record Store Day, al que se han sumado muchos artistas y grupos. U2, por ejemplo, ha publicado una edición deluxe en vinilo con copias limitadas y numeradas, de su último disco Songs of Innocence. También se ha apuntado Bruce Springsteen, con sus siete primeros discos en vinilo de 12 pulgadas. David Bowie ha lanzado el single Changes en vinilo de 7 pulgadas, exclusivamente para mostrar su apoyo a las tiendas de discos.
Además, hay una noticia interesante, en el Reino Unido se ha creado por primera vez en la historia una lista que refleja las ventas en vinilo, como consecuencia de su creciente consumo. Está claro que el vinilo está de moda, y ni los servicios de streaming o YouTube, han conseguido que la magia de escuchar música a 33 revoluciones por minuto caiga en el olvido.
Solo en el Reino Unido, el negocio del vinilo mueve más de 20 millones de libras al año, cuando hace cinco, la cantidad era de 3 millones. El año pasado se vendió más de un millón, una cifra que no se alcanzaba desde el año 1996. Uno de los más comprados de 2014 ha sido The Endless River de Pink Floyd, que se ha convertido en el LP que más rápido se ha vendido en este formato en lo que va de siglo, con 6,000 copias en vinilo repartidas en apenas unos días.
Cuando muchos lo daban por extinguido, solo en Estados Unidos las ventas crecieron un 52% en 2014, con casi 10 millones de ejemplares en vinilo de música de todos los estilos y álbumes de todos los tiempos. Esto significa que el 3.6 por ciento de la música se vendió en vinilo, y aún siendo un porcentaje pequeño, si lo comparamos con el de hace 10 años que era del 0.2, es significativo.
Todavía somos muchos los que amamos el LP y el ritual de pinchar un disco: sacarlo de la funda, limpiarlo, leer sus letras, ver la portada en un tamaño adecuado para apreciar su diseño… y disfrutar del placer de la escucha completa y de la obra como ha sido concebida por el artista. Levantarse, darle la vuelta y poner la Cara B para continuar con la escucha, disfrutar del sonido de la aguja… ¡es maravilloso!
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