Fuente: AllMusic
25 años después del Blue Album los actuales y antiguos miembros de Weezer le echan una mirada a sus comienzos.
EN MI HABITACIÓN: Rivers Cuomo (izquierda) y Brian Bell, Los Ángeles, 1994.
En la primavera de 1990 Rivers Cuomo era un joven de 19 años y todos sus planes estaban viniéndose abajo. El año anterior, él y su banda de metal de la escuela, Avant Garde, se habían mudado desde los suburbios de Connecticut hacia Los Ángeles. Los cinco miembros vivían apeñuscados en un sucio apartaestudio en el que dormían en el suelo. Cuomo era el guitarrista líder con un arsenal de trucos dignos de un virtuoso en las seis cuerdas, además de un pelo tan largo y pomposo que podría considerarse el sexto miembro de la banda.
Haciendo a un lado las extravagancias, Cuomo dejó las labores de frontman en manos de un amigo con inclinaciones operáticas. “Era igual imaginarme como entrenador de la NBA o como el vocalista de una banda de metal”, dice Cuomo hoy en día. “Eso era impensable”.
Avant Garde cambió su nombre por uno un poco menos vergonzoso: Zoom. Aunque mejoraron un poco su sonido, todavía parecían una versión progresiva y menos divertida de Dokken. Cuomo abandonó la laca para el pelo, pero ninguno de estos esfuerzos sirvió para que la banda encontrase su lugar en una escena de metal llena de soñadores que cada noche dejaban las aceras de Sunset Strip cubiertas de volantes para conciertos que no le interesaban a nadie. Todo estaba por desmoronarse junto con la década que los vio nacer.
EL CABELLO HOY: Weezer recién formado, 1992 (con las manecillas del reloj desde la izquierda: Jason Cropper, Pat Wilson, Matt Sharp y Rivers Cuomo.
Treinta años después, Cuomo se sienta en un estudio de su casa en Santa Mónica, lleno de plantas y luz, con vista a un jardín Zen que está afuera. Mientras tanto, su esposa y sus dos hijos se encuentran en el segundo piso; su madre vive en la casa de al lado que compró para ella. Él lleva puesta una camiseta blanca con las mangas recogidas, un pantalón gris y no está usando sus gafas, esto lo hace difícil de reconocer. Escuchamos el sonido pesado de Street Life de Zoom, que contiene las voces desgarradoras de su amigo de la escuela, Kevin Ridel. Cuomo sonríe, toma una guitarra acústica (edición especial de Ed Sheeran, por algún motivo) y comienza a tocar junto con la canción, riendo a pequeñas carcajadas cuando la canción se convierte en una especie de bicho raro con sonidos funk en las estrofas.
Más o menos por la época en la que Zoom comenzaba a apagarse, Cuomo recibió malas noticias por parte del Guitar Institute of Technology, la escuela para virtuosos de la guitarra a la que se suponía debía estar asistiendo. Cuomo fue educado en un monasterio antes de sentir el golpe de la escuela pública a los 11 años, siendo siempre un estudiante aplicado y talentoso. Pero estaba distraído por la emoción de tocar con su banda y montar patineta por todo Hollywood, cosa que él veía como “el centro del universo”.
“No podía obligarme a ser un estudiante aplicado”, dice. Cuando los directivos del GIT le anunciaron que estaba “básicamente expulsado”, quedó destrozado y rogó para que lo volvieran a admitir, se sentía culpable por haber malgastado el dinero de sus padres. Al día de hoy, aún se arrepiente, aunque le entusiasma la idea de ser quizás la única persona del mundo que fue expulsada del Guitar Institute of Technology para luego graduarse en Harvard.
Enfrentándose con todos estos fracasos, su “jerarquía de valores se estaba desmoronando” así como escribió luego en una solicitud para la universidad. “En ese momento pensaba como un guitarrista líder, creyendo que mientras más rápido tocara las escalas sería mejor. Pensaba que con solo mudarme a Los Ángeles con Avant Garde íbamos a ser grandes estrellas del rock. Y al ver que un miembro tras otro se iba de la banda, me sentía abandonado y sin la capacidad de mantenerla unida o volverla a juntar”. También hubo horribles rupturas de corazón, “terminé con dos novias, una tras otra”, cuenta.
FUNDIDO A AZUL: Weezer en la época del lanzamiento del Blue Album. Brian Bell (el segundo desde la derecha) fue el reemplazo de Cropper apenas terminaron el LP. PETER ORTH
Cuando Weezer eventualmente surgió con su debut para una gran disquera en 1994, una sensación recurrente aparecía en la cabeza de Cuomo, sentía que habían “surgido de la nada”, tal como lo dijo en esa época Stephen Malkmus de Pavement; él recuerda levantar sus cejas al escuchar ese “sonido de fusión entre Pixies y Pavement” en una banda indie que no tiene ningún otro trabajo discográfico a su nombre. Actualmente dice ser fan de Weezer.
Los chicos de la banda de rock alternativo proveniente de Chicago, Urge Overkill una vez se le acercaron a uno de los miembros de la banda y con tono serio le preguntaron que si la disquera de Weezer los había juntado a todos al estilo de los Monkees. A los fanáticos más jóvenes de Weezer, sin tener conocimiento de la escena indie (o sin saber que existía), no les molestó en lo absoluto, pero muchos críticos compartían ese escepticismo, en una época en la que cualquier sutil diferencia entre distintos subgéneros del rock parecían ser motivos de consumo e identidad.
“La gente nos ve ahora como una banda muy creíble y asumen que siempre tuvimos esa credibilidad”, dice Cuomo. “Pero en realidad nos odiaron mucho cuando aparecimos”. Nunca olvidará cuando un diario local se refirió a ellos como los “Stone Temple Pixies”, teniendo en cuenta que se decía que “los Stone Temple Pilots eran una copia corporativa de todas las bandas geniales del grunge, y que nosotros éramos una copia de los Pixies manejada por una corporación”.
De cierta manera, Weezer salió de la nada. Solo existen gracias a la milagrosa e increíblemente rápida reinvención de Rivers Cuomo, que tuvo la suerte de conocer a las personas correctas en el momento adecuado. Si los detractores de Weezer hubiesen visto una foto de Cuomo en 1989, habrían confirmado sus peores sospechas.
Weezer sobrepasaría sus críticas iniciales, sobreviviendo lo suficiente para ganarse una nueva oleada de ellas. Inspiraron a innumerables bandas emo, lograron hacer dos álbumes clásicos consecutivamente y se convirtieron en una de las bandas más icónicas de la época, atravesando estilos y décadas, manteniendo la calidad de una manera similar a la de los Isley Brothers o Jefferson Airplane/Starship, fueron mejores que cualquiera de sus compañeros en las otras bandas alternativas. También su alineación ha sido sorprendentemente estable, el bajista Scott Shriner sigue siendo el chico nuevo luego de 18 años.
El álbum homónimo de Weezer, mejor conocido como Blue Album, es una de las piezas más memorables de la era del rock alternativo, al ganarse los corazones de los adolescentes generación tras generación, de forma similar a Dookie de Green Day, lanzado unos meses antes. Es el hermano menor, ñoño e igualmente angustiado que sus familiares Ten y Nevermind, y de alguna manera más sincero e irónico que sus predecesores. En algunas situaciones incluso rompía las antiguas reglas del rock; a Kurt Cobain también le gustaban los cómics de Marvel, pero a él nunca se le vio cantar sobre Kitty Pride o Nightcrawler, como lo hace Cuomo en In the Garage.
A mediados de 1991, casi un año después del fracaso de Zoom, Cuomo estaba escribiendo lo que se convertiría en las primeras canciones de Weezer; aún tenía ese corte de cabello metalero cuando la banda dio sus primeros conciertos. En el lapso de más o menos unos 16 meses, Cuomo transformó su jerarquía de valores, aprendió a escribir éxitos, se convirtió en vocalista líder y encontró un equipo de nuevos músicos. Para 1995, ya estaba cansado de todo. “Mientras voy creciendo,” dice el baterista Pat Wilson, “cada cosa parece volverse más y más extraña, y así suene raro, esa es la forma como veo a Weezer”.
“'La primera cosa que debes hacer es dejarte crecer el bigote', dijo. 'Porque todos vamos a tener bigote para la portada del álbum'. '¿Estás seguro?'.”
Todo comenzó en Tower Records, donde Cuomo consiguió un trabajo mientras asistía a clase en Los Angeles City College. Estando en Tower, conoció a un chico punk llamado Pat Finn que lo conectó con sus futuros compañeros de banda para introducirlos en un nuevo mundo musical. Cuomo conocía muy bien el metal y tenía una debilidad secreta por el pop (Madonna y Tiffany). Prácticamente todo lo demás era ajeno para él. “Me sonaba a basura Velvet Undeground; Pet Sounds fue relanzado para esa época. 13th Floor Elevators, Pixies, Sonic Youth, todo me sonaba a ruido. Así que pensé, ‘Nada de esto es pegajoso’. Pero llegué a amarlos a todos, ahora lo que no entiendo fue cómo pude perdérmelos”.
Se convirtió en fanático acérrimo de los Beatles y los Beach Boys; en su biblioteca tiene una copia de la autobiografía de Brian Wilson de 1991 junto con sus anotaciones. Pero una banda mucho más nueva sería su más grande influencia. Nirvana con su álbum Bleach y su sencillo de 1990 Sliver, que trae consigo una melodía dulzona junto con una letra poco característica para el rock (“Grandma, take me home”), era muy inspirador.
Cuomo escuchó Sliver por primera vez en Tower, y mientras organizaba unos discos lo entendió. “Dios mío, esto es muy hermoso, me identifico mucho con ello. Escucharlo cantar sobre mamá, papá y el abuelo Joe y sobre esos problemas familiares tan personales, encima de esos acordes mayores y cantados de esa manera tan inocente y desgarradora, como si se tratara de un niño. Luego la distorsión aparece y él comienza a gritar. ¡Mierda! eso es lo que quiero hacer”. Cuomo tuvo una influencia continua por parte de Nirvana; el video de In Bloom, donde Kurt Cobain utiliza esas gafas de marco grueso, hizo sentir a Cuomo seguro de sí mismo, según lo cuenta el guitarrista fundador Jason Cropper.
Pat Finn contactó a Cuomo con Pat Wilson, un chico tierno y disparatado, casi que con una vibra angelical, fan de They Might Be Giants y de Van Halen, con unas aptitudes excepcionales para la batería, aunque con un estilo un poco descuidado que inicialmente no le gustaba mucho a Cuomo. En su primer ensayo no lograron nada y tuvieron su segunda decepción cuando Cuomo se mudó con su amigo Matt Sharp, un tipo leído y medio artístico con gustos góticos y anglófilos. Él tenía sus propios proyectos musicales y era, hasta ese punto, solamente un compañero de habitación con un trabajo bastante lucrativo vendiendo shampoo caro para perros por teléfono.
Cuomo y Wilson empezaron una banda llamada Fuzz en la que integraron a una joven chica llamada Scottie Chapman para que tocara el bajo. The Answer Man fue uno de los primeros intentos de Cuomo para escribir canciones. Suena a una versión un poco más grunge de Jane’s Addiction, en la que Cuomo claramente quiere cantar como Perry Farrel, llegando al límite de su rango vocal, añadiendo un poco de esa voz ronca e incluso diciendo groserías. Es contundente, agresivo, uno podía imaginar que la banda conseguiría un contrato. “Fue tal vez unos 8 meses después que comencé a cantar de una manera mucho más sencilla”, dice Cuomo. “Como fui cantante en el coro de la escuela, era una cosa muy extraña, pensé: ‘Espera, ¿podrías simplemente cantar con tu voz natural y utilizarla en una banda de rock y que funcione?’”.
Después de uno o dos conciertos con Fuzz, Chapman renunció para participar en algunos programas de Mythbusters. Hoy en día trabaja en higiene dental. “Ella se dio cuenta de que éramos unos idiotas”, dijo Wilson mientras ríe. “Rivers y yo teníamos mucho conocimiento sobre nuestros instrumentos. Ella decía, ‘Ustedes son unos nerds’. Claro que somos unos nerds. Rivers fue lo suficientemente inteligente para ‘intentar no verse como un nerd’. A mí siempre me importó un carajo, yo solo quería tocar”.
Wilson era tan ñoño o el camuflaje de Cuomo fue tan efectivo, que el baterista confundió inicialmente a Cuomo con “un deportista amante del metal del Valle de San Fernando, así como Dan Cortese del programa de MTV, Rock N’ Jock”. Le encantaba jugar baloncesto e iba en bicicleta a todas partes. Hay al menos una foto de Cuomo utilizando pantalonetas de ciclismo en el escenario, viéndose más o menos como Axl. La verdad es que Cuomo es ahora como era entonces: increíblemente intenso pero callado e introvertido, propenso a hacer pausas muy largas e incómodas en la mitad de las conversaciones; siente que la interacción social hace parte de su trabajo, pero que también puede disfrutar de ese esfuerzo porque es adicto al trabajo. Cuando lo visité en junio, había pasado la mañana escribiendo códigos de computación solo por diversión.
Después de Fuzz vino Sixty Wrong Sausages, con Cuomo, Wilson y Finn en el bajo, junto con un segundo guitarrista llamado Jason Cropper. Cropper era distinto a todos, había nacido en California y era un tipo calmado y alegre, características que inicialmente generaron problemas con las extrañas personalidades de la banda. “Él era desenfrenado, tenía ese espíritu hippie-punk del norte de California”, dice Cuomo, que no era el centro de atención en Sixty Wrong Sausages, fue más como un colectivo artístico que no duró demasiado.
FUERA DEL GARAJE: Weezer grabando el Blue Album en 1993. Recuerda el baterista Wilson, “Claramente éramos unos nerds. Rivers fue lo suficientemente inteligente para darse cuenta que ‘tenía que intentar no verse como un nerd’. A mí siempre me importó un carajo, solamente quería tocar”.
Cuomo decidió que escribiría 50 canciones antes de formar otra banda o de volver a tocar en vivo. Se mudó a Santa Mónica y continuó sus estudios universitarios allí. Comenzó a grabar demo tras demo en una grabadora de ocho canales. Escribió solamente unas 30, más o menos, pero entre ellas se encontraba Undone – The Sweater Song y otras canciones que terminaron siendo de Weezer.
Cropper dice que alrededor de esta época, Cuomo también grabó un álbum de rap que nunca salió a la luz bajo el nombre de Vegeterrorists, en el que hablaba sobre su vegetarianismo con un estilo similar al de Public Enemy y Run-DMC. “Rivers puede sacar ritmos estupendos y escupir rimas de la mejor manera”, dice Cropper. “Si me hubiera quedado en la banda, habríamos hecho discos así años atrás”. La única evidencia de este periodo es un demo de Cuomo en el que interpretaba The Bomb de Ice Cube como si fuera un Rage Against The Machine compuesto por un solo hombre.
Matt Sharp se había mudado a la Bahía de San Francisco y los fines de semana hacía viajes de tren interminables. En uno de esos trayectos escuchó una cinta con las nuevas canciones de Cuomo, que Wilson le había pasado. Al oír Sweater Song y el lamento de The World Has Turned and Left Me Here, todo cambió. “Rivers fue capaz de articular algo que para ese punto había estado fuera de mi alcance”, dice Sharp, quien inmediatamente decidió poner todas sus energías al servicio de Cuomo y sus canciones. Empezó a planear su mudanza de nuevo a Los Ángeles. “Pensé, ‘Voy a hacer esto, no importa lo que tenga que hacer para que suceda, pero lo haré’”, dice Sharp. “Todos hacemos parte de esta travesía”.
Cuomo se sentía realmente conmovido por el entusiasmo de Sharp. “Creo que Matt llamó para decirme, ‘Eres un genio. Voy a ser tu bajista y vamos a hacer una banda’. Eso fue lo que me llenó de seguridad. Saber que mis canciones le hacían sentir todo eso era justo lo que necesitaba.”
Cuomo también obtuvo el apoyo de Jennifer Chiba, su “cuasi-novia” del momento. Después de dos rupturas amorosas era muy reservado con sus sentimientos. “Tenía la esperanza de que iba a ser una gran estrella de rock y habría miles de opciones para escoger mi novia/esposa. De todos modos, ella era genial. Era tres años mayor que yo, y me mostró a Flaming Lips y Sebadoh, e hizo maravillas para que tuviera más confianza. Me decía, ‘Todos los hipsters van a pensar que eres el más cool’, o cosas como, ‘Te verías más lindo si te cortaras un poco el cabello’. Era la primera vez que alguna chica me decía algo así. Antes siempre me decían, ‘No, no te lo cortes’”.
Sharp poco a poco se fue convirtiendo en el mánager de la banda. “Rivers había depositado tanto su confianza en mí, que terminé actuando como consigliere (Así le llamaban a los consejeros de la mafia italiana)”. dice Sharp. “Era mi obligación crear un ambiente que aislara cualquier distracción para que él se pudiera concentrar en la escritura de sus canciones”. A pesar de que luego se convertiría en compositor de éxitos, Sharp no era un co-escritor en Weezer, aunque siempre ayudaba a mejorar la estética de las canciones, en parte, solo con hablar con Cuomo durante horas.
Inicialmente, Weezer no se llamaba así públicamente, y todavía tocaban algunas canciones de Fuzz. Cuomo las veía como referentes para el sonido de la banda, pero la falta de entusiasmo de Sharp hacia ellas terminó sacándolas del repertorio. “Creo que en ese momento Matt era como la cabeza de la banda”, recuerda Wilson. “Sí, no seamos grunge, seamos algo así como los Beach Boys pero más estridentes”.
Cuomo, que había vuelto a ser un estudiante aplicado después del incidente en el GIT, obtuvo una oferta generosa para una beca en UC-Berkeley, con salario, apartamento y un estacionamiento privado. Le dio a Sharp un año para conseguir un contrato con una disquera, de lo contrario aceptaría la beca. Weezer tocó su primer concierto el 19 de marzo de 1992, un mes después de su formación el día de San Valentín. Cuomo convenció a un club, Raji’s, para que los dejaran tocar, y terminaron tocando después de Dogstar, la banda de Keanu Reeves.
Weezer obtuvo su nombre durante la llamada telefónica ese mismo día, y surgió de un apodo que le tenía su padre biológico, que no estuvo muy presente en su vida después del divorcio, cuando Cuomo tenía más o menos cuatro años de edad, y por eso existían fuertes sentimientos sin resolver. Él ya había utilizado el nombre de “Weezer” como etiqueta en uno de sus cassettes de nuevas canciones. “Recuerdo cuando recibía cartas de mi padre, que siempre estaban marcadas ‘Para Weezer’”, dice. “Era definitivamente muy significativo para mí, y creo que para nadie más. Para los demás era solo otra palabra rara. Evocaba el sentimiento de ese niño indefenso y abandonado, o tal vez rechazado. Era el nombre perfecto para la banda”.
SOÑANDO: El boceto inicial de la portada del álbum, incluyendo el logo de la banda. KARL KOCH
Esa primera noche tocaron en un club lleno de chicas jóvenes y bellas que estaban ahí para ver a Keanu Reeves, un rompecorazones. “Dogstar tocaba, tocaba y tocaba”, dice Cropper. “Ellos acabaron y todas las chicas lindas se fueron, cinco o seis personas que eran nuestros amigos se quedaron, pero igualmente lo dejamos todo en el escenario”.
Weezer estuvo tocando en clubes vacíos durante una buena parte de 1992, siempre con el mismo grupo de cinco o seis amigos apoyándolos. Sharp comenzó a pedirles que dejaran de asistir a los conciertos, porque estaban haciéndolo sentir abrumado. El ansioso Sharp y Cuomo eran compañeros de apartamento, Wilson y Cropper no fueron invitados a vivir con ellos. Wilson se describía a sí mismo como un “haragán” y un “fastidioso.” Terminó viviendo en un garaje en el que no tenía agua corriente. “Hacía mis necesidades en una bolsa”, revela con un poco de orgullo. “¡Porque lo necesitaba y no tenía dónde más hacerlas! Estoy convencido de que los dioses del rock dijeron, ‘Rayos, ese chico sí que cree en esto, bendeciremos al viejo Weezer por eso’”.
En noviembre grabaron un demo que incluía una versión de la sincera Say It Ain’t So en la que se notaba mucho la influencia de John Frusciante. La canción le llegó a Todd Sullivan, un cazatalentos de Geffen, la única disquera grande que se interesó en Weezer (Slash Records, un sello independiente, también los buscó). Al principio le costó entenderlos y comparaba su demo con los Ramones y los Descendents, así como también con los Pixies, y alcanzó a pensar que eran británicos.
Weezer firmó con Geffen un contrato modesto, y Sharp y Cuomo tenían todas las intenciones de producir el álbum ellos mismos. Sullivan los convenció de lo contrario. Él recuerda que Paul Kolderie y Sean Slade, quienes produjeron a Dinosaur Jr. y Pablo Honey de Radiohead, estuvieron interesados en producirlos, pero como Coumo había estado escuchando una recopilación de The Cars, le entusiasmaba la idea de que fuera Ric Ocasek, a quien le gustó lo que hacían. “La mezcla de su demo era como una gruesa capa de lodo con un poco de música en el fondo”, dijo Ocasek, quien se convenció de trabajar con ellos luego de verlos ensayar. “Fue putamente fantástico”.
Ocasek logró convencer a la banda de que viajaran a su casa en Manhattan para grabar el álbum en Electric Lady Studios. Sharp y Cuomo impusieron un montón de reglas, entre ellas prohibir el uso de la reverberación e insistieron en que solo se tocaran hacia abajo las cuerdas de las guitarras. “Había un concepto alrededor de todo esto”, dice el ingeniero del álbum Chris Shaw. “La idea era que las guitarras y el bajo fueran como un solo instrumento de diez cuerdas. Creo que hay muy pocas canciones en el disco en las que la línea de bajo hace algo distinto a las guitarras”. Cuando se mezcló el álbum se insistió en que las guitarras sonaran igual o más fuerte que las de Creep de Radiohead, razón por la cual algunas voces suenan casi que sepultadas.
Cuomo había escrito una canción llamada Buddy Holly utilizando un teclado Korg para que tuviera esos sonidos sintetizados de los ochenta. En su mente, tenía la intención de que la canción estuviera dentro del segundo álbum de la banda, el cual tendría un sonido más New Wave y lleno de teclados. Weezer, por supuesto, nunca lanzó este álbum; Matt Sharp, que salió de la banda alrededor de 1997, sí lo haría con The Rentals.
Sharp y Cuomo no querían que Buddy Holly terminara siendo un éxito noventero que destruyera la banda. “Nos preocupaba que se convirtiera en una especie de Detachable Penis [un éxito menor de la banda King Missile en 1992]”, dice Sharp. “Sentíamos que podía ser una rareza y que la gente no se tomaría el álbum en serio”. Ocasek insistió mucho en que la grabaran, claramente no cabía duda de que la canción sería un éxito. Shaw recuerda salir del estudio y escuchar a la recepcionista tarareando la melodía de la canción.
Justo antes de terminar la grabación del álbum, Weezer despidió a Cropper, y Cuomo volvió a grabar todas sus partes de guitarra. Cropper está todavía convencido de que su despido se debió a la relación con su novia de entonces, hoy en día su ex-esposa, que no era muy apreciada por el grupo. Ella estaba embarazada de su primer hijo y rompió la regla de Cuomo de “nada-de-novias-mientras-estamos-grabando” al viajar a Nueva York para visitar a Cropper. También piensa que Sharp tuvo que ver, cree que estaba celoso porque él escribió la guitarra de la introducción de My Name Is Jonas, aunque Sharp tranquilamente dice que no es cierto. “No hubo ningún motivo particular para que despidiéramos a Jason”, dice. Al contrario, fue a causa de una serie de “pequeñas infracciones” que le hicieron creer a Sharp que la química en la banda estaba en riesgo.
“Era mi obligación asegurar nuestra supervivencia”, dice Sharp, “Compartí mis preocupaciones con Rivers, y con la poca experiencia que teníamos, creímos que era lo correcto”. Cuomo pensaba que si era necesario algún cambio, estos debían hacerse antes de terminar la grabación del álbum y de que se tomara la foto para la carátula.
“En serio pensé que íbamos a ser el nuevo Nirvana”, asegura Cuomo. “Creí que el mundo nos iba a percibir de esa manera, que seríamos súper importantes, poderosos, que seríamos vistos como artistas serios”.
Para Cropper fueron momentos duros, aunque después se reconcilió con Cuomo y pudo decirle lo mucho que agradecía haber podido estar todos esos años junto a su familia. Cropper, que ya tiene hijos mayores, trabaja en un disco como solista y algunas de sus canciones hablarán acerca de su experiencia con Weezer. Él también tocó junto a Cuomo en 2018. “No soy solo un ex-integrante de la banda,” dice. “Soy un gran fan”.
Weezer necesitaba un reemplazo, lo necesitaba urgentemente, y recordaron a un chico con buena pinta que habían visto merodeando por Los Ángeles; Sharp estaba casi seguro de que Brian Bell sabía tocar la guitarra pero no era algo que estuviera confirmado. “Tenía un vago recuerdo en mi cabeza”, dice Sharp, “él se parecía a uno de esos escuálidos, casi que anoréxicos dioses de la guitarra con los que todos crecimos”. Así que lo pusieron a grabar sobre unas pistas del demo a manera de examen, y también tuvo una pequeña entrevista telefónica que incluía un pequeño quiz sobre su figura de acción de Star Wars favorita (Hammerhead). Todo salió bien, Bell estaba dentro.
Bell viajó a Nueva York justo a tiempo para grabar las segundas voces en el álbum debut de Weezer. Cuando llegó al hotel, tocó la puerta de la habitación de Cuomo y descubrió que el líder de la banda se había dejado un bigote como los policías de los años 70. “La primera cosa que debes hacer es dejarte crecer el bigote”, dijo. “Porque todos vamos a tener bigote para la portada del álbum”. “¿Estás seguro?”, preguntó Bell. Afortunadamente Cuomo no estaba del todo seguro.
Le dijeron a Bell que compartiría habitación con Wilson. “Así que fui a la habitación de Pat, y apenas entré a la habitación, él gritó ‘¡Bienvenido a Weezer!’ e inmediatamente se bajó los pantalones y me enseñó su trasero. En ese momento pensé, ‘¿En qué me acabo de meter?’”.
Como todo rockero de los noventa, Cuomo entendió que odiaba el hecho de convertirse en una estrella. Weezer tenía dudas sobre el hecho de lanzar videos musicales, pero se entendieron con el joven director Spike Jonze. Fue el único capaz de hacer un guión para el videoclip de Sweater Song en el que no se mostrara un sweater. Cuando se aliaron con él nuevamente para el videoclip de Buddy Holly, a él se le ocurrió la idea de Happy Days y lo inevitable ocurrió.
“En serio pensé que íbamos a ser el nuevo Nirvana”, asegura Cuomo. “Creí que el mundo nos iba a percibir de esa manera, que seríamos súper importantes, poderosos, que seríamos vistos como artistas serios. Eso era lo que yo pensaba de nosotros”. La primera pista de que el mundo los estaba observando de manera diferente fue durante un almuerzo con Todd Sullivan, quien admiró el humor que utilizaba Cuomo en sus letras. Incluso se refirió a la banda como “un grupo cómico”. “Fue como una patada en el estómago”, dice Cuomo. “En ese momento me di cuenta de que la gente no iba a ver a Weezer ni al Blue Album como yo los veía”. Sweater Song hablaba particularmente sobre los “pensamientos oscuros” de Cuomo, pero la canción le parecía graciosa a todos los que la escuchaban.
No le gustaba salir de gira, en parte porque le aburría la regla autoimpuesta de tocar las mismas canciones en el mismo orden cada noche. En medio de una pausa de la gira, Cuomo escribió la balada Long Time Sunshine, en la que habla acerca de dejar el rock & roll, estudiar y casarse. Se obsesionó con la música clásica y comenzó a enviar solicitudes a las universidades más prestigiosas de la Costa Este. “Me dijo, ‘Creo que quiero ir a estudiar para convertirme en un músico clásico’”, dice Bell. “Le pregunté, ‘¿Te sientes bien?’”. Cuomo pedía que su habitación de hotel tuviera un piano e iba a la ópera cuando se encontraban de gira por Europa.
Cuomo escogió Harvard después de darse cuenta de que no contaba con el suficiente conocimiento musical para entrar a Juilliard, su primera opción. Ninguno de los integrantes de la banda admitió sentirse preocupado cuando Cuomo logró matricularse, pero definitivamente era algo desconcertante. “Él estaba desilusionado”, dice Wilson. “Nosotros decíamos, ‘¿Qué carajos sucede? ¿Podríamos continuar haciendo esto?’”. Ocasek fue el único que no se sorprendió: “Eso tiene sentido”, pensó al escuchar la noticia.
Después de todo, los compañeros de Cuomo tenían la razón; la extraña historia de Weezer estaba apenas comenzando, sin importar si iba a la universidad o no. En el otoño de 1995, Cuomo se matriculó en Harvard, y caminó por ese campus inundado de hojas secas, tal como lo había soñado. Nadie lo molestaba; fue como si Weezer nunca hubiera sucedido. Tenía un montón de trabajos por entregar y mil cosas por leer.
Ya sentado en su estudio, Cuomo sonríe y confiesa lo que pensó más o menos a las tres semanas de empezar su primer semestre: “Creo que quiero volver”, se dijo a sí mismo, “…volver a estar en una banda”.
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