viernes, 19 de septiembre de 2014

Crítica: U2 - Songs of Innocence


Artista: U2
Álbum: Songs of Innocence
Discográfica: Universal 
País: Irlanda
Lanzamiento: 09-Sep-2014

Fuente: Rolling Stone
En marzo de 1997, U2 lanzaban Pop, tal vez el más despreciado de sus discos y su peor resultado comercial desde que The Joshua Tree les convirtiera en la banda más rentable del planeta.

Tan cojo y falto de sustancia era ese disco, que ni tras los 15 años de rigor ha merecido un revival. En verano de ese mismo 1997, Apple, a punto de irse al garete, recibía con jolgorio y algarabía la vuelta de Steve Jobs al frente de la compañía.

Cuatro años más tarde, U2 se embarcaban en Elevation Tour, su gira mundial más rentable (facturaron más de 85 millones de euros), en la que presentaban All that you can’t leave behind, un disco que se celebró como un retorno a sus más reivindicables orígenes y que despachó al friolera de 12 millones de copias.

Aquel mismo año, Apple lanzaba el iPod, el artilugio que salvó a la compañía de la irrelevancia y el nicho–hasta entonces, diseñadores y demás seres con tendencia a ir a la contra y a escribir textos en RTF, único formato compatible, formaban su clientela más fiel- y la convirtió en el milagro empresarial, tecnológico y aspiracional más fascinante de la primera década del siglo XXI.

Trece años más tarde, ambas empresas vuelven a necesitar un empujón. Apple ya no tiene a Jobs, los iPads se hunden y, como Madonna, los de Cupertino ya no lideran el cambio, sino que aspiran a ser los primeros en subirse al carro (el iWatch es la prueba).

Por su parte, la corporación liderada por Bono, ha dejado pasar cinco años desde el fallido No line on the horizon. Como Madonna, la marca ha tratado de reclutar a los productores de moda, recibiendo un golpe a su ego por parte de su sello, que rechazó la primera versión de este disco, totalmente producida por Danger Mouse, factótum de Gnarls Barkley y hacedor del milagro Black Keys. Así, con el título cambiado en honor al poeta William Blake y con Ryan Tedder (One Direction, Leona Lewis) y Paul Epworth (Adele, Bloc Party) a bordo, los irlandeses entregaban la versión final de este álbum que usted, propietario de un iPhone, tiene ahora en su terminal, gracias a un contrato que Apple ha formado con U2 por valor de 100 millones de dólares (algo más de 77 millones de euros), convirtiéndolo en el lanzamiento más sonoro, caro y extraño de la historia de la música.

Estábamos acostumbrados a que Beyoncé, Radiohead, Kanye West y Coldplay lanzaran largos traición, con nocturnidad, alevosía y Twitter, pero no a que alguien fuera tan soberbio como para suponer que a todo el mundo le apetece tener el disco de U2. Solo Apple y Bono podían acometer semejante barbaridad.

Por esto, tal vez, este Songs of innocence está siendo despachado con bastante displicencia por una crítica harta de tanto malabarismo y un público cansado de deber esforzarse más en entender cómo se promociona un disco que en aprenderse sus letras, cuando, en realidad, es un rematadamente buen disco. Es lo que tiene deber escribir la crítica en 24 horas, o que te obliguen a chuparte 80 megas de tu memoria para almacenar un álbum de un grupo del que no comprabas un disco desde Achtung baby.

La realidad, pues, es que este retorno a los orígenes suena nervioso y grandioso en temas como Raised by wolves y Volcano, sentido y brillante en cortes pop como California (there is no end to love), clásico y emotivo en preciosidades como Iris (hold me close), aunque también obvio e inofensivo en tropezones como The miracle of (Joey Ramone) y demasiado manoseado en tonterías como Cedarwood road.

El problema es que se han empeñado entre todos tanto en que la música sea lo menos importante que el público se lo ha terminado creyendo. Una pena, pues los irlandeses hacía muchos años que no sonaban tan a gusto consigo mismos como en estas 11 canciones. Casi parecen una banda y no una marca.

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