sábado, 29 de febrero de 2020

Video del día: The Alan Parsons Project - Games People Play


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The Alan Parsons Project - Games People Play

Games People Play es una canción que se promueve como sencillo en Diciembre de 1980 interpretada por The Alan Parson Project. Alcanzó el puesto # 16 en Marzo de 1981 en la lista Billboard Hot 100, así como el # 18 en Cash Box. Se incluye en el quinto álbum de estudio que graba esta banda de titulo The Turn Of A Friendly Card (Nov-1980) y fue cantada por Lenny Zakatek.

Esta es una de las canciones más rápidas de estilo rock que grabó este grupo progresivo. También es inusual que la canción la cante Lenny Zakatek: La mayoría de sus canciones presentaban a Eric Woolfson como cantante principal.

La canción examina las estrategias que las personas usan para obtener lo que quieren de los demás, al tiempo que contempla el hecho de que no se están volviendo más jóvenes.

En una entrevista de 2019 con Alan Parsons, comenta lo siguiente: "Creo que sería justo decir que eso se inspiró en el hecho de que vivíamos en Monte Carlo. Está muy relacionado con el contenido del álbum, The Turn Of A Friendly Card, que se centraba en los juegos de azar, los jugadores, los problemas de los jugadores y los juegos que la gente juega. Es solo un tema de juego. Literalmente vivimos a 10 pasos del Casino Monte Carlo, estábamos allí ".

Parsons usó un instrumento que él inventó llamado Projectron en esta pista. Similar a un melotrón, utilizaba bucles de cinta para reproducir muestras. Un boffin de estudio con alta agudeza técnica, Parsons se cortó los dientes haciendo un trabajo de ingeniero en Abbey Road Studios, donde trabajó con The Beatles y Pink Floyd.

Colaboran en esta canción:

Voces: Lenny Zakatek
Voces de acompañamiento: Chris Rainbow
Bajo: David Paton
Batería: Stuart Elliott
Teclados: Eric Woolfson
Guitarra: Ian Bairnson

La versión individual de la canción presenta dos ediciones, una durante la sección instrumental que precede al solo de guitarra y otra que acorta el solo de guitarra. También se aceleró ligeramente. La "edición única" incluida en la edición de aniversario de lujo de The Turn Of A Friendly Card de 2015 se edita de manera diferente y se presenta en el tono original, por lo que no es la versión única real.

Efemérides musicales, 29 de Febrero

UN DÍA COMO HOY 29 DE FEBRERO PERO DEL AÑO...

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1992. 
U2 inicia su gira 'Zoo Tour' en el Civic Center de Lakeland, Florida, Estados Unidos.



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2012.
Fallece Davy Jones, cantante de los Monkees, en Florida, a causa de un ataque al corazón. Tenía 66 años. Jones, nacido en Manchester (Inglaterra), comenzó su carrera artística a los once años como actor. En 1965, y en Estados Unidos, participó en el nacimiento de los Monkess, una banda prefabricada, a imitación visual y sonora de los Beatles. Su primer single, ‘Last train to Clarksville’, fue un gran éxito en 1966. Y a finales de ese año lanzaron ‘I’m a believer’, single compuesto por Neil Diamond que los llevó a lo más alto de las listas de ventas. Pronto llegaron los conflictos en el seno de la banda, además de la acusación de ser unos imitadores de los Beatles, Don Kirshner, compositor y productor, no permitió que los Monkees grabaran sus propias composiciones. Los problemas continuaron y provocaron la salida de Tork y Nesmith, en 1969 y 1970, respectivamente, y a la disolución de la banda. Tras dejar los Monkees, Jones siguió en la música y trabajó como actor en películas y series de televisión.

10 grandes canciones de George Harrison

Fuente: Rolling Stone

Un repaso por los temas más icónicos del chico tímido y callado de The Beatles.

George Harrison fue el primer exintegrante de The Beatles en tener un sencillo y un álbum en el Número Uno.

George Harrison, el más joven de los Fab Four, audicionó a sus 15 años de edad para ser parte de The Quarrymen, la banda escolar que más tarde se convertiría en una de las agrupaciones más grandes de todos los tiempos, The Beatles. Este integrante que al principio fue mirado con desprecio por sus compañeros, con el paso del tiempo se volvió una pieza fundamental para los Cuatro de Liverpool.

A pesar de que Lennon y McCartney eran los principales compositores del grupo, Harrison influyó notablemente en el sonido del grupo con sus arreglos, armonías y por ser el responsable de introducir al grupo a la música hindú, sin él, ni 'Norwegian Wood' ni 'Strawberry Fields Forever' hubieran sido lo mismo.

Recordamos las canciones más importantes que fueron compuestas e interpretadas por George, y que sin lugar a dudas aportaron bastante y repercutieron increíblemente en la historia de los Beatles y la música.


Here Comes The Sun
Tras el fuerte y helado invierno de 1969 en Inglaterra, George Harrison se encontraba en la casa de su amigo Eric Clapton luego de decidir que no asistiría al estudio para reunirse con su banda. Tal vez haya sido una de las mejores decisiones de su vida, al menos eso creen los fanáticos de los Beatles. Estando allí, vio salir el sol por primera vez, marcando el inicio de la primavera, así nació esta canción con una de las introducciones de guitarra más icónicas de todos los tiempos.



Something
Harrison comenzó a componer esta canción durante las sesiones del 'White Album'. El tema terminó de tomar forma un año después para hacer parte de 'Abbey Road'. Esta canción fue elogiada por Lennon y McCartney, diciendo que “Something es una de las mejores canciones que Harrison pudo haber escrito”. 



Taxman
'Taxman' es el corte que abre 'Revolver', el séptimo álbum de los Beatles. Esta canción tiene uno de los mejores tonos de guitarra de toda la discografía de la banda y habla sobre un hombre que cobra impuestos por todo, haciendo referencia a la cantidad de dinero que la agrupación tenía que pagarle al gobierno por sus grandes ingresos.



While My Guitar Gently Weeps
La canción fue grabada varias veces hasta llegar a la versión final que todos conocemos, la composición no fue muy apreciada por los otros tres miembros de la banda pero aun así decidieron incluirla en el 'White Album'. El solo de guitarra es interpretado por Eric Clapton luego de que Harrison insistió fuertemente que tenía que ser él quién grabara ese fragmento del tema. 



Got My Mind Set On You
Esta versión de la canción de 1963 de Rudy Clark, fue el último Número Uno de Harrison. Este tema hace parte del noveno álbum de estudio en solitario de George, 'Cloud Nine', y trae consigo todo el sonido de los 80. Incluso tiene un solo de saxofón.



All Things Must Pass
Fue compuesta durante las sesiones para 'Let It Be', pero fue desechada rápidamente por la banda y no la tocaron nunca más. Harrison la rescató y la incluyó en su primer álbum en solitario, convirtiéndose en la canción que le otorgaría el nombre al disco. 



If Needed Someone
Aparece en 'Rubber Soul', el sexto álbum de los Beatles, y fue la única canción compuesta por Harrison que la banda tocó en vivo durante su gira de 1966. Para este tema, George se inspiró en dos canciones de 'The Byrds', 'The Bells of Rhymney' y 'She Don’t Care About'. 



My Sweet Lord
Fue lanzado como el primer sencillo como solista de Harrison luego de la separación de los Beatles y hace parte del álbum 'All Things Must Pass'. Es una alabanza al Dios hindú Krishna y alcanzó el Número Uno en varios países incluyendo Estados Unidos y Reino Unido.



Within You With Out You
Sin lugar a dudas es la canción que muestra con mayor relevancia la influencia de la cultura hindú en las canciones de los Beatles. Este tema hace parte de la joya psicodélica y conceptual, 'Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band'.



For You Blue
Una de las canciones de amor escritas por George para su esposa Pattie Boyd. El tema hace parte de 'Let It Be' y destaca la interpretación de Lennon tocando lap steel guitar.

The Who en llamas

Fuente: Rolling Stone

Discuten. Graban sin estar nunca en la misma habitación. The Who todavía puede conjurar su antigua magia, pero, ¿quién tolera a quién?


Roger Daltrey y Pete Townhend se conocen hace ya 60 años. Se aman. “Yo decía que lo amaba, pero cruzaba los dedos”, dice Townshend al hablar de Daltrey. Townshend, desgarbado y encorvado, con un rostro anguloso marcado por su larga nariz, se sienta en una suite del Dallas Ritz-Carlton con ropa gris en un día claro y caluroso. “Ahora también me gustan todas sus excentricidades, sus debilidades, su auto-obsesión, y sus cosas de cantante. Todo lo de él”.  Daltrey siente lo mismo. Se sienta en una silla cómoda más tarde. “Siempre he sabido que Pete se preocupa por mí”, dice Daltrey cruzando las piernas con pantalones cortos azules. Está un poco impaciente porque mi conversación con Townshend fue larga. “Espero que se dé cuenta de que él me importa. Creo que mis acciones a lo largo de nuestra carrera han demostrado eso”. Roger Daltrey y Pete Townhend se conocen hace ya 60 años. Se toleran.

Daltrey y Townshend tienen un nuevo álbum, simplemente llamado Who. Es apenas el segundo álbum de la banda en los últimos 37 años. A través de la magia de las nuevas tecnologías, Daltrey y Townshend lo grabaron a principios de 2018 en Londres y Los Ángeles sin estar nunca en la misma habitación. (Townshend dice que una vez estuvieron en el mismo edificio. Daltrey no está tan seguro). Townshend compuso, grabó demos y los envió al cantante. Durante la producción, se comunicaron a través de sus productores personales individuales, ambos llamados David. Eso debe haber sido muy confuso.

Por separado, Daltrey y Townshend manifiestan su emoción por las nuevas canciones. (Daltrey me dijo que es el mejor trabajo de The Who desde Quadrophenia). Están de regreso en las giras, tocando con una orquesta de 48 músicos. A muchas personas que asistieron a los conciertos de la gira les escuché decir, “¡Wow!, ese espectáculo fue mucho mejor de lo que debía haber sido”.

Lo mismo puede decirse sobre el disco. Las voces cansadas de Daltrey, particularmente en la segunda mitad, son maravillosas, y la capacidad de Townshend para escribir himnos que se entierran en tus oídos permanece intacta. Es suficiente para hacer que te lamentes por toda la música que estos dos no han hecho juntos en los últimos 30 años.

Pero hay una razón para los largos recesos. Los dos permanecen distanciados, si no separados. Townshend, de 74 años, se enfoca en la música moderna y es capaz de apabullar a cualquiera en una discusión sobre la crisis climática o la vida útil de los ídolos adolescentes. ¿Daltrey? A los 75 años está feliz de producir álbumes de bajo perfil en solitario y vivir sin conexión en su finca.

En un show en Los Ángeles, Daltrey conversaba sobre su voz con un ingeniero de sonido mientras Townshend bromeaba con el bajista Jon Button. Cada vez que uno de ellos tocaba el campo magnético del otro, rebotaban lejos. Nunca hicieron contacto visual. Me hicieron recordar a una exnovia con la que trabajaba, en las fiestas hacíamos esfuerzos notorios para evitarnos.

Las cosas no cambian mucho cuando se encienden las luces. “Si ves a Roger en el escenario, él atraviesa muchas fases visuales”, dice Townshend. “A veces no puede dejar de mirarme, es irritante”. Arquea las cejas y dice, “Me irrita la situación”.

Daltrey tampoco está satisfecho. Quiere cambiar el repertorio, tal vez agregar algunas canciones menos conocidas, pero dice que eso no va a pasar. “Pete no recuerda muy bien las letras”, dice Daltrey. “No recuerda los acordes y le resulta difícil cambiar el espectáculo en medio de la gira”.

Más tarde, Daltrey habla sobre el papel que ha jugado en la creación de canciones de Townshend. Desde 1964 el guitarrista ha sido el compositor principal de la banda, y su dominio creativo ha tendido a eclipsar las contribuciones del cantante. En el nuevo disco, Daltrey atenuó lo que le pareció retórica política irresponsable, eliminó un rap y cambió algunas palabras. Ahora pregunto si cree que debería haber tenido más créditos de composición a lo largo de la historia de la banda. “Escribí todas las improvisaciones”, dice con una sonrisa. “Debería haberlo hecho, pero no me molestaré en hacer un escándalo al respecto ahora. Es una estupidez”. Daltrey parece rendido. “Si él necesita el dinero…”.

Daltrey y Townshend crecieron en la misma área del oeste de Londres, pero el cantante asegura que es un tipo duro mientras lo de Townshend es una pose. “Bueno, yo soy de Shepherd’s Bush, y él es clase media de Ealing”. Sus casas estaban separadas por menos de 300 metros. Claro, pero ¿qué pasa con la canción White City Fighting de Townshend en la que habla de sus heridas y la sangre que derramó cuando era niño? Daltrey sonríe: “Bueno, a él le gusta pensar que vivió eso”. Y así siguen.

“Terminamos viviendo vidas paralelas”, dice Townshend. Es verdad. Hoy, Roger Daltrey, por razones desconocidas, se ha retirado del Ritz-Carlton y se mudó a otro hotel de cinco estrellas, una cuadra más allá. Ahora, un semáforo y un restaurante de comida rápida separan a los dos hombres.

Viajé a Londres, Dallas y al Hollywood Bowl para ver y hablar con The Who. Me dio mucho tiempo para pensar sobre Townshend y Daltrey. Un concepto seguía volviendo a mí mientras viajaba en clase económica: su relación parece tenerles sin cuidado, pero eso no debe confundirse con que su trabajo no les importa. Todavía comparten la devoción por su música y por sus carreras, algo que han abandonado muchos veteranos del rock convertidos en estrellas de Las Vegas.

Pero tienes que ser realista. Si ves su nuevo álbum y su gira como “Daltrey y Townshend tocan sus hits y un par de temas nuevos”, sus shows parecen mandar al carajo las modas y tendencias de la industria musical. Pero si los ves como una continuación de The Who (en los primeros tiempos), te vas a decepcionar.

Keith Moon, el baterista original, murió en 1978, y en los años siguientes la banda se convirtió en una empresa menos creativa y se volvió más un carnaval mercantil, solo acentuado después por la muerte del bajista John Entwistle en un hotel de Las Vegas en 2002. Ha habido más giras de despedida que discos nuevos.

Townshend lo dice mejor: “Ya no somos una banda. Hay muchas personas a las que no les gusta que lo diga, pero ya no somos una maldita banda. Incluso cuando éramos una banda, solía sentarme a pensar: ‘Esta es una maldita pérdida de tiempo. Teníamos que hacer una toma 26 veces porque Keith Moon había tomado demasiadas copas de brandy”. No deberías ponerte sentimental. Dios sabe que Townshend no lo hace.

“Ya no somos una banda. Hay muchas personas a las que no les gusta que lo diga, pero ya no somos una maldita banda”.

Bueno, a veces se pone sentimental. Con los años, ha lamentado la pérdida de Moon, y después de la muerte de Entwistle, Townshend ha dicho: “Sin él, no estaría aquí. . . . Cuando vi que no estaba, me quise morir”.

Hoy parece menos sensible. Los shows de The Who cuentan con dos pantallas de video llenas de antiguas imágenes de un Keith Moon enloquecido y de Entwistle absorto en su desconcertada e inquietante soledad. Le pregunté a Townshend si alguna vez se puso nostálgico al ver las fotos de sus viejos compañeros de banda. Resopló como un viejo caballo.

“Esto no va a hacer felices a los fanáticos de Who, pero gracias a Dios se han ido”.

¿Por qué?

“Porque era muy jodido tocar con ellos. Nunca, nunca lograron crear sus propias bandas. Creo que mi disciplina musical, mi eficiencia musical como intérprete, mantuvo a la banda unida”

Townshend se refiere primero al bajista.

“El sonido de bajo de John era como un órgano de Messiaen [reconocido músico francés de la segunda mitad del siglo XX]”, dice agitando sus manos angulosas. “Cada nota, cada armónico llegaba al cielo. Cuando falleció e hice los primeros shows sin él, con Pino [Palladino] en el bajo, estaba tocando sin todas esas cosas… Dije: ‘Guau, ahora tengo un trabajo’”.

No había terminado. Moon es un blanco más fácil; en 1970 se desmayó durante un show en San Francisco, y la banda se vio obligada a conseguir un baterista entre el público. “Con Keith, mi trabajo era mantener el ritmo porque él no hacía eso”, dice Townshend. “Cuando murió pensé, ‘Oh, ya no tengo que llevar el tempo’”.

La palabra ‘feliz’ no se aplica realmente a alguien tan complicado como Townshend. Sin embargo, parece haber una sensación de satisfacción provocada por sus 20 años de relación con la compositora Rachel Fuller. De todos modos, es frágil, y la muerte en julio de Alan Rogan, que fue su técnico de guitarra durante 40 años, lo dejó mal parado. (Describe a Rogan como, “mi técnico de guitarra, mi amigo, mi salvador y un buen compañero”). “Yo era un desastre”, dice Townshend. “Por lo general, no me afecta mucho la muerte. Mi madre, mi padre, Keith Moon. Quizás porque él estaba en una cama de hospital y luchaba muy duro. Cuando finalmente murió, yo solo pensé, ‘Maldita sea’”.

Alterna sus posturas desafiantes y descaradas. Le pregunto si ha dejado instrucciones sobre cómo manejar sus voluminosos archivos y proyectos sin terminar después de que se haya ido. Se inclina cerca y bromea: “Realmente me gustaría terminarlos”.

Townshend es un hombre que ha sufrido y ha convertido ese sufrimiento en arte grandioso. Fue abandonado por su madre y tuvo que vivir por dos años con una abuela que tenía problemas mentales. Cuando era niño, alrededor de los 11 años, fue abusado sexualmente. Setenta años más tarde, todavía está mirando sus cicatrices. El despertar ha sido progresivo. Para la versión del disco en vivo Live at Leeds de 1970, presentó A Quick One, While He’s Away (una canción sobre una joven abusada por un tipo que trabajaba en los trenes) diciendo: “John Entwistle interpreta al hombre de los motores, y yo a la chica”. No era una broma. Años después, Townshend admitió que algo así le había pasado mientras estaba bajo el cuidado de su abuela. “No vivo enojado por eso, pero no puedo procesarlo. Hice tres años de terapia, y he tenido mucha asesoría y mucho trabajo terapéutico desde entonces”. Ha ayudado, pero no es suficiente.

Ese dolor ha sido procesado a través de desgarradoras canciones sobre individuos con problemas de adaptación: el personaje principal de Tommy y el chico Mod (Jimmy) en Quadrophenia. De cualquier forma, esa habilidad para convertir el terror en magia no logra cambiar su realidad. Me cuenta sobre un amigo que fue secuestrado y abusado sexualmente cuando era niño. Hace unos años, The Who estaba haciendo un show benéfico con el espectáculo de Tommy en el Royal Albert Hall de Londres. Townshend podía ver a su amigo en las primeras filas. Cuando llegó el momento de que él cantara The Acid Queen desde el punto de vista de la mujer abusadora, quedó perdido. “Arruiné todo el espectáculo”, recuerda Townshend. “Está en la televisión, puedes verlo. Se nota que estoy sufriendo”.

Casi no ha cantado Acid Queen desde entonces.

Las heridas persistentes han dejado en Townshend una mezcla volátil de empatía y cinismo. Won’t Get Fooled Again es un himno contra el idealismo que todavía lo impulsa. La activista adolescente Greta Thunberg aparecía mucho en los medios cuando hablamos, y estaba preocupado: “Me preocupa que la pequeña Greta esté tan molesta, no quiero subestimarla porque es genial”.

Townshend relaciona el trabajo de Greta con su participación en el movimiento por el desarme nuclear en la década de 1960; Londres siguió estando en su lugar tras la crisis de los misiles en Cuba. Townshend acabó preguntándose cuál era el punto. “Ella dice que le están robando su infancia, pero en realidad, es ella quien está robando su infancia. Esa es la cosa, tal vez perdemos nuestra propia infancia al preocuparnos demasiado por cosas que no podemos controlar”.

El zumbido interminable en la cabeza de Townshend solo se ha vuelto más fuerte en los 25 años que han pasado desde que dejó la bebida. “Solo sé que cuando bebía, no diré que fui feliz, pero ciertamente no estaba al tanto de la oscuridad que llevaba por dentro”, dice.

Ahora es completamente consciente de las cosas que lo llevaron a la bebida. Pueden ser incidentes de abuso o problemas de su adolescencia. “Al vivir completamente sobrio no hay escapatoria”, añade.

Hoy busca escapes sin alcohol. “Puede ser ir de compras. Puede ser pasar tiempo con mi esposa. Trabajamos juntos y nos divertimos mucho”. Townshend hace una pausa, y parece que le preocupa que sus ‘escapes’ suenen banales. Confiesa que un escape puede ocurrir cuando una mujer hermosa dice que le ha gustado el espectáculo. “Hay un momento en el que solo piensas que eres joven otra vez, esa fantasía”. Se anima y sus ojos azules se iluminan. “O entregarme a la oscuridad pensando, ‘Dios, sería muy divertido si me suicidara ahora’. Tenemos el estadio de Wembley mañana, será genial”. Hace una pausa por un momento, como sorprendido al saber que dijo ese último pensamiento en voz alta. Más tarde se pregunta si realmente dice esas cosas o es su boca jugándole una mala pasada.

Roger Daltrey no habita en la oscuridad. Bueno, excepto si traes a colación el tema del Brexit. Entonces va a despotricar contra los mafiosos europeos que arruinan su amada Inglaterra y sobre la forma en que los alemanes tienen el euro atrapado con manos de hierro. Insiste en que ha sido malinterpretado todos estos años. En parte es culpa suya por proyectar esa imagen de tipo duro, capaz de noquear a Townshend a principios 1970 con un solo golpe (el guitarrista comenzó eso). “La gente me toma a mal. Soy la persona más suave del mundo”.

Daltrey es el único miembro de The Who que no abusó de las drogas, y eso lo convirtió en el adulto de la banda, el que organizaba el repertorio y se aseguraba de que todo funcionara. Le pregunto si alguna vez se cansó de ser el chaperón de tres muchachos muy traviesos. “¡Todavía hago eso!”, Dice. “Siempre ha sido así. Pete hace el álbum, pero no esperes que organice la gira. Eso siempre está en mis manos. Todo ha funcionado muy bien, entonces estoy feliz de meter el hombro en eso. Soy bueno en eso”.

Daltrey también ha tenido algo que los otros miembros de Who evitaron o nunca encontraron: una vida doméstica. (Townshend no se organizó hasta que estaba llegando a los 60.) El cantante ha estado con su esposa, Heather, durante 50 años, siendo fiel cuando la banda estaba de gira, al menos. Les ha funcionado y les ha traído muchos herederos. (Daltrey tiene tres niños con Heather; uno con su primera esposa, Jackie; y cuatro fuera del matrimonio, tres de los cuales nacieron en los años sesenta, pero no los conoció hasta que alcanzó la mediana edad). Hace casi 50 años, compraron Holmhurst Manor, una mansión de 400 años en East Sussex. Daltrey ha trabajado mucho en la casa y eso le ha ayudado a mantenerse cuerdo.

“Me salvó”, dice. Mientras disfrutaba el estilo de vida rockera por un tiempo, estaba listo para salirse antes de los 30 años. “Cuando era joven, era parte de un movimiento. Se sentía realmente bien, pero no podía esperar más para salir de eso”.

Daltrey se metió en el cine, protagonizó Tommy y algunas otras películas menos notables. Pero descubrió que solo era una pesadilla diferente.  “Me sentí como un pingüino ahogado. No me gustaba que me adularan. No me gustaba que me empujaran y me presionaran. Nos habían hecho eso durante toda la vida”.

Sobre el escenario en septiembre de 2019: La gira de The Who incluyó una orquesta con 48 músicos.

Intenta dar un buen ejemplo a los jóvenes. Hace unos años, hizo un concierto de caridad con Pete Doherty, de Babyshambles, un compositor fanático de Townshend adicto a la heroína durante mucho tiempo. Daltrey intentó compartir algunas historias de amigos perdidos y vidas arruinadas por las drogas duras. Doherty no fue receptivo.

“Era como hablar con una pared”, dice Daltrey encogiendo los hombros Y luego lo pensó de nuevo. Doherty sigue vivo. “Solo necesitas unas pocas palabras para meter algo que más adelante se pensará. Solo comienzas poniendo la llave en la cerradura”.

Mientras Daltrey vive felizmente una vida que pocos conocen, Townshend continúa recogiendo pedazos de su pasado. Ahora no lo hace solo a través de canciones; acaba de publicar una novela en tono operático (The Age of Anxiety) después de años de retrasos. Al igual que Lifehouse, otro proyecto inconcluso, el libro está pensado para hacer parte de un proyecto multimedia más grande.

Hay un personaje en la novela llamado Louis. Es un comerciante de arte que tiene la misma edad de Townshend, y está acusado de un horrible crimen sexual en el que aparece involucrado un adolescente drogado. Es un fuerte eco de un momento profundamente doloroso. En 2003, Townshend fue arrestado por pagar para acceder a un sitio de pornografía infantil. Él siempre aseguró que estaba recopilando evidencia para perseguir a los que explotan sexualmente a los niños y a los bancos que procesan sus transacciones. Daltrey salió valientemente en su defensa y finalmente a Townshend no le imputaron cargos. En lugar de olvidarse de eso, ha publicado una novela en la que desafía a sus lectores para que saquen conclusiones.

“Eso se sintió muy real”, dice Townshend en voz baja. Luego vuelve a entrar en su zona de orgullo: “Pero lo interesante de eso es que anticipé el movimiento #MeToo.  Louis no se basa realmente en mí, pero ahí estaré yo en algún lugar”.

La novela también presenta a una estrella de rock que vende su catálogo a una empresa de camiones, lo que le permite retirarse y reorganizar su vida. Esta es fácil: Townshend ha sido muy criticado por licenciar canciones de The Who a la serie CSI, a fabricantes de camiones y a otras compañías. (En el fondo se oye un partido de béisbol mientras hablamos, y la introducción sintetizada de Baba O’Riley ayuda a promocionar los productos de T-Mobile entre los innings del partido). Recuerda que la banda fue estafada durante sus primeros 20 años y tuvo que  recuperar el tiempo perdido. Hoy no le molesta. “Nunca me importó una mierda”, dice Townshend. “Siempre he dicho que el compositor es el rey. Es mi música, no la tuya”.

No le importa si algunos músicos creen que es un vendido. “Sabía que al final terminarían haciendo lo mismo. Otra diferencia que tengo con pedantes de la escena artística de Nueva York como Lou Reed o Iggy Pop: yo vi venir la Internet y que la música estaría bajándose como por tubos”.

La típica combinación de esperanza y disgusto está presente en el nuevo trabajo de Daltrey y Townshend. Hubo un periodo en que Townshend se preguntó si el disco llegaría a grabarse; después de enviarle los demos a Daltrey, pasaron meses antes de que el cantante diera una opinión. Daltrey dice que hubo una buena razón para el silencio: “Estos canciones son realmente geniales, pero ¿qué podía decirle? Sonaba como un gran álbum en solitario de Pete Townshend. ¿Qué podía hacer para mejorarlas?”.

Townshend pone los ojos en blanco al hablar de este tema. Aparentemente, Daltrey había contado una versión distinta de la historia en una etapa anterior de la gira. “En realidad no creo que las haya escuchado”, dice el guitarrista con una risita.

El álbum te reta a dejar de oírlo en los primeros 10 segundos. All This Music Must Fade comienza con un gruñido de Daltrey: “No me importa / sé que vas a odiar esta canción”, canta. “Al principio la odiaba”, dice el cantante. “Pero es una canción muy pegajosa”. Está claramente orgulloso de su trabajo de edición. “En el demo tenía algo de rap, y de ninguna manera iba a rapear. De ninguna manera. Deja que los jóvenes hagan eso”.

Cuando le digo a Townshend que la canción es una introducción difícil para el álbum, responde calmadamente: “No es una canción para el oyente, es una canción para otro compositor”. Menciona las actuales batallas de una diosa de la canción por los derechos de autor sobre las letras y los títulos de los álbumes que escribe. “Es desgarrador ver a Taylor Swift haciendo lo que está haciendo. Ella no es la dueña de la música, no es la dueña de las palabras. Creo que tiene un derecho financiero, pero no debería joder tanto con estas cosas. ¡Son solo canciones, por el amor de Dios!”.

La mejor canción del disco es Street Song, que habla sobre el incendio de la Torre
Grenfell en Londres, donde murieron 72 personas en 2017. Daltrey no iba a cantar esa letra. “Tenía muchos textos políticos que hacían señalamientos, y pensé que no era el momento hasta que las investigaciones hubieran terminado para emitir un juicio sobre lo que realmente sucedió”. Townshend aceptó eso, y la voz angustiada de Daltrey terminó haciendo una de las interpretaciones más conmovedoras de su carrera.

“Pensé que era genial porque iba a poder cantarla”, dice Townshend con un toque de envidia. “Y de repente soltó esa voz asesina”. El guitarrista cuenta una anécdota histórica para explicar por qué han sido tan grandes si no se soportan entre ellos. “Cuando grabamos Quadrophenia…esto es brutal, pero no me importaba lo que Roger pensaba”, dice Townshend. “Y él hizo una versión Love Reign O’er Me, que fue como el lamento de un alma en pena. Le dije al ingeniero Ron Nevison, ‘Este es un niño en una roca. Está mojado, tiene frío. Ha tenido el día más horrible de su vida. Ha perdido todo. Lo último que va a hacer es gritar. Va a quejarse”. Nevison lo instó a que lo escuchara una vez más. “Roger estaba en una cabina, no podía verlo. Lo estaba escuchando desde la consola. Lo oí de nuevo, y pensé: ‘Mierda, lo ha conseguido, esa es una voz que viene de adentro”. Townshend sonríe y levanta las manos.

“Se convierte en actor. Es casi como si fuera un actor de método de finales de los años 50 o principios de los 60, de pronto duda cuando recibe el guion, pero los directores le dicen, ‘Por el amor de Dios, solo di las palabras’”. Y luego Townshend se ríe.

Voy a saludar a Daltrey al final del ensayo en el  Hollywood Bowl donde los dos se ignoraron mutuamente. Lleva los mismos pantalones cortos azules que tenía en Dallas. La banda había cancelado recientemente algunos conciertos después de que Daltrey perdiera la voz en Houston. Le pregunto cómo sigue su voz y se detiene en seco.

“No era mi voz”, dice fríamente Daltrey. “Eran alergias”. Después de disculparme por el malentendido, él sonríe. Señala a la orquesta, que incluye un arpa dorada y un tipo con platillos. Gesticula con sus manos: “Puedes tener todo esto”. Luego se toca la garganta, “pero sin esto no tienes nada”. Luego desaparece en el escenario con una taza de té.

El espectáculo de esa noche es una maravilla si aceptas lo que dijo Townshend al afirmar que ya no son una banda. Había parejas de mediana edad con cestas de picnic llenas de comidas sin carbohidratos, bebían champaña que vendían por casi 200 dólares en las tiendas concesionadas del Hollywood Bowl.

El set fluyó maravillosamente, con Simon, el hermano de Townshend tocando guitarra y el baterista Zak Starkey replicando a Keith Moon en su versión de frenesí controlado. De todos modos, nunca hubo ninguna posibilidad de que tus oídos sangraran.

Algunas decisiones fueron cuestionables: ¿Eminence Front realmente necesita un arpa gigante? Liam Gallagher, el ex líder de Oasis, encargado de abrir el show, veía el concierto desde el costado del escenario. Abrazaba a su hijo Gene, que también es músico. Ambos llevaban chaquetas a pesar del calor de octubre. Gallagher estaba enseñando a su hijo, señalando cosas que él podría aprender de los ídolos de su padre. Sacudían sus cabezas como Wayne y Garth y sonreían como niños en Navidad cuando Daltrey lanzaba su micrófono por millonésima vez.

¿Y nuestros dos amigos? Fue como se esperaba. Townshend gritó a unos guardias de seguridad que se excedían al maltratar a unos fanáticos que ya tenían sus acreditaciones. “Por lo general, Pete se enoja conmigo”, bromeó Daltrey. Townshend le lanzó una mirada. “¡Oh!”, dijo Daltrey. “Estoy en problemas”.

“Sonaba como un gran álbum en solitario de Pete Townshend. ¿Qué podía hacer para mejorarlas?”, dice Daltrey.

A veces, el paso de pato y el molino de viento que hace Townshend con su brazo estuvieron a punto de chocar con la teatralidad de Daltrey, pero al final de cada canción volvieron a sus esquinas.

Finalmente, la orquesta abandonó el escenario, al igual que el resto de la banda. Solo quedaban Daltrey y Townshend para tocar Won’t Get Fooled Again, que sigue siendo el mejor argumento contra el idealismo en los anales de la civilización occidental.

Siendo los únicos dos humanos en el escenario, tuvieron que mirarse realmente el uno al otro.

Townshend tenía sus dudas sobre la versión acústica. “Se siente como si estuviéramos desperdiciando uno de los grandes himnos de la historia del rock”, me dijo antes el espectáculo. “Es una canción capaz de llenarlo todo y hacer su trabajo, aunque nos quedemos parados ahí como plantas”.

Daltrey comenzó a pisotear llevando el ritmo. Townshend intervino con un rasgueo de guitarra sublime. La canción se elevó en un crescendo poderoso aunque la multitud ya lo había escuchado mil veces. Entonces, Daltrey gruñó: Meet the new boss, same as the old boss. En ese momento, a nadie le importaba quién tolera a quién. 

Los extraños orígenes de Weezer

Fuente: AllMusic

25 años después del Blue Album los actuales y antiguos miembros de Weezer le echan una mirada a sus comienzos.

EN MI HABITACIÓN: Rivers Cuomo (izquierda) y Brian Bell, Los Ángeles, 1994.

En la primavera de 1990 Rivers Cuomo era un joven de 19 años y todos sus planes estaban viniéndose abajo. El año anterior, él y su banda de metal de la escuela, Avant Garde, se habían mudado desde los suburbios de Connecticut hacia Los Ángeles. Los cinco miembros vivían apeñuscados en un sucio apartaestudio en el que dormían en el suelo. Cuomo era el guitarrista líder con un arsenal de trucos dignos de un virtuoso en las seis cuerdas, además de un pelo tan largo y pomposo que podría considerarse el sexto miembro de la banda.

Haciendo a un lado las extravagancias, Cuomo dejó las labores de frontman en manos de un amigo con inclinaciones operáticas. “Era igual imaginarme como entrenador de la NBA o como el vocalista de una banda de metal”, dice Cuomo hoy en día. “Eso era impensable”.

Avant Garde cambió su nombre por uno un poco menos vergonzoso: Zoom. Aunque mejoraron un poco su sonido, todavía parecían una versión progresiva y menos divertida de Dokken. Cuomo abandonó la laca para el pelo, pero ninguno de estos esfuerzos sirvió para que la banda encontrase su lugar en una escena de metal llena de soñadores que cada noche dejaban las aceras de Sunset Strip cubiertas de volantes para conciertos que no le interesaban a nadie. Todo estaba por desmoronarse junto con la década que los vio nacer.

EL CABELLO HOY: Weezer recién formado, 1992 (con las manecillas del reloj desde la izquierda: Jason Cropper, Pat Wilson, Matt Sharp y Rivers Cuomo. 

Treinta años después, Cuomo se sienta en un estudio de su casa en Santa Mónica, lleno de plantas y luz, con vista a un jardín Zen que está afuera. Mientras tanto, su esposa y sus dos hijos se encuentran en el segundo piso; su madre vive en la casa de al lado que compró para ella. Él lleva puesta una camiseta blanca con las mangas recogidas, un pantalón gris y no está usando sus gafas, esto lo hace difícil de reconocer. Escuchamos el sonido pesado de Street Life de Zoom, que contiene las voces desgarradoras de su amigo de la escuela, Kevin Ridel. Cuomo sonríe, toma una guitarra acústica (edición especial de Ed Sheeran, por algún motivo) y comienza a tocar junto con la canción, riendo a pequeñas carcajadas cuando la canción se convierte en una especie de bicho raro con sonidos funk en las estrofas. 

Más o menos por la época en la que Zoom comenzaba a apagarse, Cuomo recibió malas noticias por parte del Guitar Institute of Technology, la escuela para virtuosos de la guitarra a la que se suponía debía estar asistiendo. Cuomo fue educado en un monasterio antes de sentir el golpe de la escuela pública a los 11 años, siendo siempre un estudiante aplicado y talentoso. Pero estaba distraído por la emoción de tocar con su banda y montar patineta por todo Hollywood, cosa que él veía como “el centro del universo”.

“No podía obligarme a ser un estudiante aplicado”, dice. Cuando los directivos del GIT le anunciaron que estaba “básicamente expulsado”, quedó destrozado y rogó para que lo volvieran a admitir, se sentía culpable por haber malgastado el dinero de sus padres. Al día de hoy, aún se arrepiente, aunque le entusiasma la idea de ser quizás la única persona del mundo que fue expulsada del Guitar Institute of Technology para luego graduarse en Harvard.

Enfrentándose con todos estos fracasos, su “jerarquía de valores se estaba desmoronando” así como escribió luego en una solicitud para la universidad. “En ese momento pensaba como un guitarrista líder, creyendo que mientras más rápido tocara las escalas sería mejor. Pensaba que con solo mudarme a Los Ángeles con Avant Garde íbamos a ser grandes estrellas del rock. Y al ver que un miembro tras otro se iba de la banda, me sentía abandonado y sin la capacidad de mantenerla unida o volverla a juntar”. También hubo horribles rupturas de corazón, “terminé con dos novias, una tras otra”, cuenta.

FUNDIDO A AZUL: Weezer en la época del lanzamiento del Blue Album. Brian Bell (el segundo desde la derecha) fue el reemplazo de Cropper apenas terminaron el LP. PETER ORTH

Cuando Weezer eventualmente surgió con su debut para una gran disquera en 1994, una sensación recurrente aparecía en la cabeza de Cuomo, sentía que habían “surgido de la nada”, tal como lo dijo en esa época Stephen Malkmus de Pavement; él recuerda levantar sus cejas al escuchar ese “sonido de fusión entre Pixies y Pavement” en una banda indie que no tiene ningún otro trabajo discográfico a su nombre. Actualmente dice ser fan de Weezer.

Los chicos de la banda de rock alternativo proveniente de Chicago, Urge Overkill una vez se le acercaron a uno de los miembros de la banda y con tono serio le preguntaron que si la disquera de Weezer los había juntado a todos al estilo de los Monkees. A los fanáticos más jóvenes de Weezer, sin tener conocimiento de la escena indie (o sin saber que existía), no les molestó en lo absoluto, pero muchos críticos compartían ese escepticismo, en una época en la que cualquier sutil diferencia entre distintos subgéneros del rock parecían ser motivos de consumo e identidad.

“La gente nos ve ahora como una banda muy creíble y asumen que siempre tuvimos esa credibilidad”, dice Cuomo. “Pero en realidad nos odiaron mucho cuando aparecimos”. Nunca olvidará cuando un diario local se refirió a ellos como los “Stone Temple Pixies”, teniendo en cuenta que se decía que “los Stone Temple Pilots eran una copia corporativa de todas las bandas geniales del grunge, y que nosotros éramos una copia de los Pixies manejada por una corporación”.

De cierta manera, Weezer salió de la nada. Solo existen gracias a la milagrosa e increíblemente rápida reinvención de Rivers Cuomo, que tuvo la suerte de conocer a las personas correctas en el momento adecuado. Si los detractores de Weezer hubiesen visto una foto de Cuomo en 1989, habrían confirmado sus peores sospechas.

Weezer sobrepasaría sus críticas iniciales, sobreviviendo lo suficiente para ganarse una nueva oleada de ellas. Inspiraron a innumerables bandas emo, lograron hacer dos álbumes clásicos consecutivamente y se convirtieron en una de las bandas más icónicas de la época, atravesando estilos y décadas, manteniendo la calidad de una manera similar a la de los Isley Brothers o Jefferson Airplane/Starship, fueron mejores que cualquiera de sus compañeros en las otras bandas alternativas. También su alineación ha sido sorprendentemente estable, el bajista Scott Shriner sigue siendo el chico nuevo luego de 18 años.

El álbum homónimo de Weezer, mejor conocido como Blue Album, es una de las piezas más memorables de la era del rock alternativo, al ganarse los corazones de los adolescentes generación tras generación, de forma similar a Dookie de Green Day, lanzado unos meses antes. Es el hermano menor, ñoño e igualmente angustiado que sus familiares Ten y Nevermind, y de alguna manera más sincero e irónico que sus predecesores. En algunas situaciones incluso rompía las antiguas reglas del rock; a Kurt Cobain también le gustaban los cómics de Marvel, pero a él nunca se le vio cantar sobre Kitty Pride o Nightcrawler, como lo hace Cuomo en In the Garage.

A mediados de 1991, casi un año después del fracaso de Zoom, Cuomo estaba escribiendo lo que se convertiría en las primeras canciones de Weezer; aún tenía ese corte de cabello metalero cuando la banda dio sus primeros conciertos. En el lapso de más o menos unos 16 meses, Cuomo transformó su jerarquía de valores, aprendió a escribir éxitos, se convirtió en vocalista líder y encontró un equipo de nuevos músicos. Para 1995, ya estaba cansado de todo. “Mientras voy creciendo,” dice el baterista Pat Wilson, “cada cosa parece volverse más y más extraña, y así suene raro, esa es la forma como veo a Weezer”.

“'La primera cosa que debes hacer es dejarte crecer el bigote', dijo. 'Porque todos vamos a tener bigote para la portada del álbum'. '¿Estás seguro?'.”

Todo comenzó en Tower Records, donde Cuomo consiguió un trabajo mientras asistía a clase en Los Angeles City College. Estando en Tower, conoció a un chico punk llamado Pat Finn que lo conectó con sus futuros compañeros de banda para introducirlos en un nuevo mundo musical. Cuomo conocía muy bien el metal y tenía una debilidad secreta por el pop (Madonna y Tiffany). Prácticamente todo lo demás era ajeno para él. “Me sonaba a basura Velvet Undeground; Pet Sounds fue relanzado para esa época. 13th Floor Elevators, Pixies, Sonic Youth, todo me sonaba a ruido. Así que pensé, ‘Nada de esto es pegajoso’. Pero llegué a amarlos a todos, ahora lo que no entiendo fue cómo pude perdérmelos”.

Se convirtió en fanático acérrimo de los Beatles y los Beach Boys; en su biblioteca tiene una copia de la autobiografía de Brian Wilson de 1991 junto con sus anotaciones. Pero una banda mucho más nueva sería su más grande influencia. Nirvana con su álbum Bleach y su sencillo de 1990 Sliver, que trae consigo una melodía dulzona junto con una letra poco característica para el rock (“Grandma, take me home”), era muy inspirador.

Cuomo escuchó Sliver por primera vez en Tower, y mientras organizaba unos discos lo entendió. “Dios mío, esto es muy hermoso, me identifico mucho con ello. Escucharlo cantar sobre mamá, papá y el abuelo Joe y sobre esos problemas familiares tan personales, encima de esos acordes mayores y cantados de esa manera tan inocente y desgarradora, como si se tratara de un niño. Luego la distorsión aparece y él comienza a gritar. ¡Mierda! eso es lo que quiero hacer”. Cuomo tuvo una influencia continua por parte de Nirvana; el video de In Bloom, donde Kurt Cobain utiliza esas gafas de marco grueso, hizo sentir a Cuomo seguro de sí mismo, según lo cuenta el guitarrista fundador Jason Cropper.

Pat Finn contactó a Cuomo con Pat Wilson, un chico tierno y disparatado, casi que con una vibra angelical, fan de They Might Be Giants  y de Van Halen, con unas aptitudes excepcionales para la batería, aunque con un estilo un poco descuidado que inicialmente no le gustaba mucho a Cuomo. En su primer ensayo no lograron nada y tuvieron su segunda decepción cuando Cuomo se mudó con su amigo Matt Sharp, un tipo leído y medio artístico con gustos góticos y anglófilos. Él tenía sus propios proyectos musicales y era, hasta ese punto, solamente un compañero de habitación con un trabajo bastante lucrativo vendiendo shampoo caro para perros por teléfono.

Cuomo y Wilson empezaron una banda llamada Fuzz en la que integraron a una joven chica llamada Scottie Chapman para que tocara el bajo. The Answer Man fue uno de los primeros intentos de Cuomo para escribir canciones. Suena a una versión un poco más grunge de Jane’s Addiction, en la que Cuomo claramente quiere cantar como Perry Farrel, llegando al límite de su rango vocal, añadiendo un poco de esa voz ronca e incluso diciendo groserías. Es contundente, agresivo, uno podía imaginar que la banda conseguiría un contrato. “Fue tal vez unos 8 meses después que comencé a cantar de una manera mucho más sencilla”, dice Cuomo. “Como fui cantante en el coro de la escuela, era una cosa muy extraña, pensé: ‘Espera, ¿podrías simplemente cantar con tu voz natural y utilizarla en una banda de rock y que funcione?’”.

Después de uno o dos conciertos con Fuzz, Chapman renunció para participar en algunos programas de Mythbusters. Hoy en día trabaja en higiene dental. “Ella se dio cuenta de que éramos unos idiotas”, dijo Wilson mientras ríe. “Rivers y yo teníamos mucho conocimiento sobre nuestros instrumentos. Ella decía, ‘Ustedes son unos nerds’. Claro que somos unos nerds. Rivers fue lo suficientemente inteligente para ‘intentar no verse como un nerd’. A mí siempre me importó un carajo,  yo solo quería tocar”.

Wilson era tan ñoño o el camuflaje de Cuomo fue tan efectivo, que el baterista confundió inicialmente a Cuomo con “un deportista amante del metal del Valle de San Fernando, así como Dan Cortese del programa de MTV, Rock N’ Jock”. Le encantaba jugar baloncesto e iba en bicicleta a todas partes. Hay al menos una foto de Cuomo utilizando pantalonetas de ciclismo en el escenario, viéndose más o menos como Axl. La verdad es que Cuomo es ahora como era entonces: increíblemente intenso pero callado e introvertido, propenso a hacer pausas muy largas e incómodas en la mitad de las conversaciones; siente que la interacción social hace parte de su trabajo, pero que también puede disfrutar de ese esfuerzo porque es adicto al trabajo. Cuando lo visité en junio, había pasado la mañana escribiendo códigos de computación solo por diversión.

Después de Fuzz vino Sixty Wrong Sausages, con Cuomo, Wilson y Finn en el bajo, junto con un segundo guitarrista llamado Jason Cropper. Cropper era distinto a todos, había nacido en California y era un tipo calmado y alegre, características que inicialmente generaron problemas con las extrañas personalidades de la banda. “Él era desenfrenado, tenía ese espíritu hippie-punk del norte de California”, dice Cuomo, que no era el centro de atención en Sixty Wrong Sausages, fue más como un colectivo artístico que no duró demasiado.

FUERA DEL GARAJE: Weezer grabando el Blue Album en 1993. Recuerda el baterista Wilson, “Claramente éramos unos nerds. Rivers fue lo suficientemente inteligente para darse cuenta que ‘tenía que intentar no verse como un nerd’. A mí siempre me importó un carajo, solamente quería tocar”. 

Cuomo decidió que escribiría 50 canciones antes de formar otra banda o de volver a tocar en vivo. Se mudó a Santa Mónica y continuó sus estudios universitarios allí. Comenzó a grabar demo tras demo en una grabadora de ocho canales. Escribió solamente unas 30, más o menos, pero entre ellas se encontraba Undone – The Sweater Song y otras canciones que terminaron siendo de Weezer.

Cropper dice que alrededor de esta época, Cuomo también grabó un álbum de rap que nunca salió a la luz bajo el nombre de Vegeterrorists, en el que hablaba sobre su vegetarianismo con un estilo similar al de Public Enemy y Run-DMC. “Rivers puede sacar ritmos estupendos y escupir rimas de la mejor manera”, dice Cropper. “Si me hubiera quedado en la banda, habríamos hecho discos así años atrás”. La única evidencia de este periodo es un demo de Cuomo en el que interpretaba The Bomb de Ice Cube como si fuera un Rage Against The Machine compuesto por un solo hombre.

Matt Sharp se había mudado a la Bahía de San Francisco y los fines de semana hacía viajes de tren interminables. En uno de esos trayectos escuchó una cinta con las nuevas canciones de Cuomo, que Wilson le había pasado. Al oír Sweater Song y el lamento de The World Has Turned and Left Me Here, todo cambió. “Rivers fue capaz de articular algo que para ese punto había estado fuera de mi alcance”, dice Sharp, quien inmediatamente decidió poner todas sus energías al servicio de Cuomo y sus canciones. Empezó a planear su mudanza de nuevo a Los Ángeles. “Pensé, ‘Voy a hacer esto, no importa lo que tenga que hacer para que suceda, pero lo haré’”, dice Sharp. “Todos hacemos parte de esta travesía”.

Cuomo se sentía realmente conmovido por el entusiasmo de Sharp. “Creo que Matt llamó para decirme, ‘Eres un genio. Voy a ser tu bajista y vamos a hacer una banda’. Eso fue lo que me llenó de seguridad. Saber que mis canciones le hacían sentir todo eso era justo lo que necesitaba.”

Cuomo también obtuvo el apoyo de Jennifer Chiba, su “cuasi-novia” del momento. Después de dos rupturas amorosas era muy reservado con sus sentimientos. “Tenía la esperanza de que iba a ser una gran estrella de rock y habría miles de opciones para escoger mi novia/esposa. De todos modos, ella era genial. Era tres años mayor que yo, y me mostró a Flaming Lips y Sebadoh, e hizo maravillas para que tuviera más confianza. Me decía, ‘Todos los hipsters van a pensar que eres el más cool’, o cosas como, ‘Te verías más lindo si te cortaras un poco el cabello’. Era la primera vez que alguna chica me decía algo así. Antes siempre me decían, ‘No, no te lo cortes’”.

Sharp poco a poco se fue convirtiendo en el mánager de la banda. “Rivers había depositado tanto su confianza en mí, que terminé actuando como consigliere (Así le llamaban a los consejeros de la mafia italiana)”. dice Sharp. “Era mi obligación crear un ambiente que aislara cualquier distracción para que él se pudiera concentrar en la escritura de sus canciones”. A pesar de que luego se convertiría en compositor de éxitos, Sharp no era un co-escritor en Weezer, aunque siempre ayudaba a mejorar la estética de las canciones, en parte, solo con hablar con Cuomo durante horas.

Inicialmente, Weezer no se llamaba así públicamente, y todavía tocaban algunas canciones de Fuzz. Cuomo las veía como referentes para el sonido de la banda, pero la falta de entusiasmo de Sharp hacia ellas terminó sacándolas del repertorio. “Creo que en ese momento Matt era como la cabeza de la banda”, recuerda Wilson. “Sí, no seamos grunge, seamos algo así como los Beach Boys pero más estridentes”.

Cuomo, que había vuelto a ser un estudiante aplicado después del incidente en el GIT, obtuvo una oferta generosa para una beca en UC-Berkeley, con salario, apartamento y un estacionamiento privado. Le dio a Sharp un año para conseguir un contrato con una disquera, de lo contrario aceptaría la beca. Weezer tocó su primer concierto el 19 de marzo de 1992, un mes después de su formación el día de San Valentín. Cuomo convenció a un club, Raji’s, para que los dejaran tocar, y terminaron tocando después de Dogstar, la banda de Keanu Reeves.

Weezer obtuvo su nombre durante la llamada telefónica ese mismo día, y surgió de un apodo que le tenía su padre biológico, que no estuvo muy presente en su vida después del divorcio, cuando Cuomo tenía más o menos cuatro años de edad, y por eso existían fuertes sentimientos sin resolver. Él ya había utilizado el nombre de “Weezer” como etiqueta en uno de sus cassettes de nuevas canciones. “Recuerdo cuando recibía cartas de mi padre, que siempre estaban marcadas ‘Para Weezer’”, dice. “Era definitivamente muy significativo para mí, y creo que para nadie más. Para los demás era solo otra palabra rara. Evocaba el sentimiento de ese niño indefenso y abandonado, o tal vez rechazado. Era el nombre perfecto para la banda”.

SOÑANDO: El boceto inicial de la portada del álbum, incluyendo el logo de la banda. KARL KOCH

Esa primera noche tocaron en un club lleno de chicas jóvenes y bellas que estaban ahí para ver a Keanu Reeves, un rompecorazones. “Dogstar tocaba, tocaba y tocaba”, dice Cropper. “Ellos acabaron y todas las chicas lindas se fueron, cinco o seis personas que eran nuestros amigos se quedaron, pero igualmente lo dejamos todo en el escenario”.

Weezer estuvo tocando en clubes vacíos durante una buena parte de 1992, siempre con el mismo grupo de cinco o seis amigos apoyándolos. Sharp comenzó a pedirles que dejaran de asistir a los conciertos, porque estaban haciéndolo sentir abrumado. El ansioso Sharp y Cuomo eran compañeros de apartamento, Wilson y Cropper no fueron invitados a vivir con ellos. Wilson se describía a sí mismo  como un “haragán” y un “fastidioso.” Terminó viviendo en un garaje en el que no tenía agua corriente. “Hacía mis necesidades en una bolsa”, revela con un poco de orgullo. “¡Porque lo necesitaba y no tenía dónde más hacerlas! Estoy convencido de que los dioses del rock dijeron, ‘Rayos, ese chico sí que cree en esto, bendeciremos al viejo Weezer por eso’”.

En noviembre grabaron un demo que incluía una versión de la sincera Say It Ain’t So en la que se notaba mucho la influencia de John Frusciante. La canción le llegó a Todd Sullivan, un cazatalentos de Geffen, la única disquera grande que se interesó en Weezer (Slash Records, un sello independiente, también los buscó). Al principio le costó entenderlos y comparaba su demo con los Ramones y los Descendents, así como también con los Pixies, y alcanzó a pensar que eran británicos.

Weezer firmó con Geffen un contrato modesto, y Sharp y Cuomo tenían todas las intenciones de producir el álbum ellos mismos. Sullivan los convenció de lo contrario. Él recuerda que Paul Kolderie y Sean Slade, quienes produjeron a Dinosaur Jr. y Pablo Honey de Radiohead, estuvieron interesados en producirlos, pero como Coumo había estado escuchando una recopilación de The Cars, le entusiasmaba la idea de que fuera Ric Ocasek, a quien le gustó lo que hacían. “La mezcla de su demo era como una gruesa capa de lodo con un poco de música en el fondo”, dijo Ocasek, quien se convenció de trabajar con ellos luego de verlos ensayar. “Fue putamente fantástico”.

Ocasek logró convencer a la banda de que viajaran a su casa en Manhattan para grabar el álbum en Electric Lady Studios. Sharp y Cuomo impusieron un montón de reglas, entre ellas prohibir el uso de la reverberación e insistieron en que solo se tocaran hacia abajo las cuerdas de las guitarras. “Había un concepto alrededor de todo esto”, dice el ingeniero del álbum Chris Shaw. “La idea era que las guitarras y el bajo fueran como un solo instrumento de diez cuerdas. Creo que hay muy pocas canciones en el disco en las que la línea de bajo hace algo distinto a las guitarras”. Cuando se mezcló el álbum se insistió en que las guitarras sonaran igual o más fuerte que las de Creep de Radiohead, razón por la cual algunas voces suenan casi que sepultadas.

Cuomo había escrito una canción llamada Buddy Holly utilizando un teclado Korg para que tuviera esos sonidos sintetizados de los ochenta. En su mente, tenía la intención de que la canción estuviera dentro del segundo álbum de la banda, el cual tendría un sonido más New Wave y lleno de teclados. Weezer, por supuesto, nunca lanzó este álbum; Matt Sharp, que salió de la banda alrededor de 1997, sí lo haría con The Rentals.

Sharp y Cuomo no querían que Buddy Holly terminara siendo un éxito noventero que destruyera la banda. “Nos preocupaba que se convirtiera en una especie de Detachable Penis [un éxito menor de la banda King Missile en 1992]”, dice Sharp. “Sentíamos que podía ser una rareza y que la gente no se tomaría el álbum en serio”. Ocasek insistió mucho en que la grabaran, claramente no cabía duda de que la canción sería un éxito. Shaw recuerda salir del estudio y escuchar a la recepcionista tarareando la melodía de la canción.

Justo antes de terminar la grabación del álbum, Weezer despidió a Cropper, y Cuomo volvió a grabar todas sus partes de guitarra. Cropper está todavía convencido de que su despido se debió a la relación con su novia de entonces, hoy en día su ex-esposa, que no era muy apreciada por el grupo. Ella estaba embarazada de su primer hijo y rompió la regla de Cuomo de “nada-de-novias-mientras-estamos-grabando” al viajar a Nueva York para visitar a Cropper. También piensa que Sharp tuvo que ver, cree que estaba celoso porque él escribió la guitarra de la introducción de My Name Is Jonas, aunque Sharp tranquilamente dice que no es cierto. “No hubo ningún motivo particular para que despidiéramos a Jason”, dice. Al contrario, fue a causa de una serie de “pequeñas infracciones” que le hicieron creer a Sharp que la química en la banda estaba en riesgo.  

“Era mi obligación asegurar nuestra supervivencia”, dice Sharp, “Compartí mis preocupaciones con Rivers, y con la poca experiencia que teníamos, creímos que era lo correcto”. Cuomo pensaba que si era necesario algún cambio, estos debían hacerse antes de terminar la grabación del álbum y de que se tomara la foto para la carátula. 

“En serio pensé que íbamos a ser el nuevo Nirvana”, asegura Cuomo. “Creí que el mundo nos iba a percibir de esa manera, que seríamos súper importantes, poderosos, que seríamos vistos como artistas serios”.

Para Cropper fueron momentos duros, aunque después se reconcilió con Cuomo y pudo decirle lo mucho que agradecía haber podido estar todos esos años junto a su familia. Cropper, que ya tiene hijos mayores, trabaja en un disco como solista y algunas de sus canciones hablarán acerca de su experiencia con Weezer. Él también tocó junto a Cuomo en 2018. “No soy solo un ex-integrante de la banda,” dice. “Soy un gran fan”.

Weezer necesitaba un reemplazo, lo necesitaba urgentemente, y recordaron a un chico con buena pinta que habían visto merodeando por Los Ángeles; Sharp estaba casi seguro de que Brian Bell sabía tocar la guitarra pero no era algo que estuviera confirmado. “Tenía un vago recuerdo en mi cabeza”, dice Sharp, “él se parecía a uno de esos escuálidos, casi que anoréxicos dioses de la guitarra con los que todos crecimos”. Así que lo pusieron a grabar sobre unas pistas del demo a manera de examen, y también tuvo una pequeña entrevista telefónica que incluía un pequeño quiz sobre su figura de acción de Star Wars favorita (Hammerhead). Todo salió bien, Bell estaba dentro.

Bell viajó a Nueva York justo a tiempo para grabar las segundas voces en el álbum debut de Weezer. Cuando llegó al hotel, tocó la puerta de la habitación de Cuomo y descubrió que el líder de la banda se había dejado un bigote como los policías de los años 70. “La primera cosa que debes hacer es dejarte crecer el bigote”, dijo. “Porque todos vamos a tener bigote para la portada del álbum”. “¿Estás seguro?”, preguntó Bell. Afortunadamente Cuomo no estaba del todo seguro.

Le dijeron a Bell que compartiría habitación con Wilson. “Así que fui a la habitación de Pat, y apenas entré a la habitación, él gritó ‘¡Bienvenido a Weezer!’ e inmediatamente se bajó los pantalones y me enseñó su trasero. En ese momento pensé, ‘¿En qué me acabo de meter?’”.

Como todo rockero de los noventa, Cuomo entendió que odiaba el hecho de convertirse en una estrella. Weezer tenía dudas sobre el hecho de lanzar videos musicales, pero se entendieron con el joven director Spike Jonze. Fue el único capaz de hacer un guión para el videoclip de Sweater Song en el que no se mostrara un sweater. Cuando se aliaron con él nuevamente para el videoclip de Buddy Holly, a él se le ocurrió la idea de Happy Days y lo inevitable ocurrió.

“En serio pensé que íbamos a ser el nuevo Nirvana”, asegura Cuomo. “Creí que el mundo nos iba a percibir de esa manera, que seríamos súper importantes, poderosos, que seríamos vistos como artistas serios. Eso era lo que yo pensaba de nosotros”. La primera pista de que el mundo los estaba observando de manera diferente fue durante un almuerzo con Todd Sullivan, quien admiró el humor que utilizaba Cuomo en sus letras. Incluso se refirió a la banda como “un grupo cómico”. “Fue como una patada en el estómago”, dice Cuomo. “En ese momento me di cuenta de que la gente no iba a ver a Weezer ni al Blue Album como yo los veía”. Sweater Song hablaba particularmente sobre los “pensamientos oscuros” de Cuomo, pero la canción le parecía graciosa a todos los que la escuchaban.

No le gustaba salir de gira, en parte porque le aburría la regla autoimpuesta de tocar las mismas canciones en el mismo orden cada noche. En medio de una pausa de la gira, Cuomo escribió la balada Long Time Sunshine, en la que habla acerca de dejar el rock & roll, estudiar y casarse. Se obsesionó con la música clásica y comenzó a enviar solicitudes a las universidades más prestigiosas de la Costa Este. “Me dijo, ‘Creo que quiero ir a estudiar para convertirme en un músico clásico’”, dice Bell. “Le pregunté, ‘¿Te sientes bien?’”. Cuomo pedía que su habitación de hotel tuviera un piano e iba a la ópera cuando se encontraban de gira por Europa.

Cuomo escogió Harvard después de darse cuenta de que no contaba con el suficiente conocimiento musical para entrar a Juilliard, su primera opción. Ninguno de los integrantes de la banda admitió sentirse preocupado cuando Cuomo logró matricularse, pero definitivamente era algo desconcertante. “Él estaba desilusionado”, dice Wilson. “Nosotros decíamos, ‘¿Qué carajos sucede? ¿Podríamos continuar haciendo esto?’”. Ocasek fue el único que no se sorprendió: “Eso tiene sentido”, pensó al escuchar la noticia.

Después de todo, los compañeros de Cuomo tenían la razón; la extraña historia de Weezer estaba apenas comenzando, sin importar si iba a la universidad o no. En el otoño de 1995, Cuomo se matriculó en Harvard, y caminó por ese campus inundado de hojas secas, tal como lo había soñado. Nadie lo molestaba; fue como si Weezer nunca hubiera sucedido. Tenía un montón de trabajos por entregar y mil cosas por leer.

Ya sentado en su estudio, Cuomo sonríe y confiesa lo que pensó más o menos a las tres semanas de empezar su primer semestre: “Creo que quiero volver”, se dijo a sí mismo, “…volver a estar en una banda”.

Lanzamientos de la semana: desde Gorillaz hasta Soccer Mommy

Fuente: Rolling Stone

La semana tuvo lanzamientos para todos los gustos.

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Gorillaz ft. Fatoumata Diawara – Désolé
El segundo episodio de 'Song Machine', la serie web de Gorillaz, es un cambio drástico al primer capítulo, que estuvo lleno de guitarras punketas y versos rapeados. En cambio, 'Désolé' es una colaboración con Fatoumata Diawara, que le imprime su sello marfileño en la percusión y los vientos. Pinta bien este proyecto de Gorillaz, con variedad sonora y unos videos que dan para formular teorías sobre la historia de 2-D, Murdoc y compañía.





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Noel Gallagher’s High Flying Birds – Come On Outside
Tras pasar un buen rato entre sonidos psicodélicos y guitarras clásicas, Noel Gallagher y su banda revelaron 'Come On Outside', el nuevo adelanto de 'Blue Moon Rising', el EP que saldrá el 6 de marzo. El nuevo tema tiene un aire que los fanáticos de Oasis recordarán, a punta de rock guitarrero que recuerda lo mejor del brit pop de los 90.





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Lady Gaga – Stupid Love
La estrella pop rompió su silencio en este año, en esta nueva década, con un video futurista y algo extraño (aunque esa es una palabra que ha acompañado a Gaga en diferentes etapas de su carrera). En el clip, la cantante se enfrenta a otras facciones a punta de coreografías y súper poderes para crear un mundo con más empatía y compasión. 





Resultado de imagen para Soccer Mommy – Bloodstream single
Soccer Mommy – Bloodstream
La artista estadounidense, una de las más prometedoras que tiene la escena independiente en Estados Unidos, presentó esta semana su nuevo álbum de estudio, 'Color Theory'. El último sencillo y el tema que abre el disco, 'Bloodstream', es una reflexión sobre la soledad en la infancia y la búsqueda de la felicidad. Ojo con el proyecto de Sophie Allison, vale la pena ponerle atención.

Novedades musicales...

Fuente: AllMusic

The AllMusic New Release Newsletter

Nuevos lanzamientos para el 28 de febrero de 2020

Aquí están las selecciones de los editores de AllMusic para los lanzamientos más notables de esta semana. ¿Buscando por mas? Visite nuestra página de Nuevos lanzamientos.

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Caribou

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Merge

Alternative/Indie Rock

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El séptimo álbum de estudio de este estimado productor empuja la energía del club y la reflexión de los álbumes recientes a lugares cálidos y lúdicos.
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Soccer Mommy

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Alternative/Indie Rock

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El seguimiento líricamente pesado del debut revolucionario de Sophie Allison tiene una producción inspirada en la idea de encontrar una vieja cinta de cassette.
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Quality Control

Hardcore Rap

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El segundo álbum de estudio del rapero de Atlanta encuentra flujos inspirados y magistrales que encuentran ganchos pop infecciosos.

Entrevista destacada


Mady y Kaitlyn Dever (Booksmart, increíble) fortalecen su vínculo entre hermanas en Beulahbelle

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James Taylor

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Fantasy

Adult Contemporary

The Main Thing

Real Estate

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Domino

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Five Finger Death Punch

F8

Better Noise

Heavy Metal

Disco Volador

The Orielles

Disco Volador

Heavenly

Indie Pop

Mission Bells

The Proper Ornaments

Mission Bells

Tapete Records

Indie Pop

Saturn Return

The Secret Sisters

Saturn Return

New West

Americana

8: Kindred Spirits Live…

Charles Lloyd

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Blue Note / Decca

Hard Bop

Mother

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DFA

Pop/Rock

That's What I Heard

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Mercury

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Return to Never (Home…

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Disciples

Alternative/Indie Rock

Simple Trick to Happiness

Lisa Loeb

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Furious Rose Productions

Alternative/Indie Rock

The Ryder

HOLY

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PNKSLM

Pop/Rock

I Think I'm Good

Kassa Overall

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Brownswood

Left-Field Rap

Full Hand

Kevin Krauter

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Bayonet Records

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Alternative/Indie Rock

Torch/Flame

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Cha Cha Palace

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Spacebomb

Alternative/Indie Rock

Resist

Waco Brothers

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Alternative Country-Rock

Fungus II

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Alternative/Indie Rock

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