viernes, 5 de octubre de 2012

Los 20 mejores solos de guitarra de la historia

Jimi Hendrix encabeza esta lista que repasa la historia de la música, a través de 'riffs' prodigiosos.
Por César Luquero
Revista RollingStone

Los 20 mejores solos de guitarra de la historia

Rolling Stone ha seleccionado los 20 mejores solos de guitarras de la historia del rock. La lista,  hace un repaso a la historia de la música a través de riffs de guitarra de grupos como U2 y Led Zeppelin. Un apunte, no se ha colado ningún tema de The Rolling Stones. ¿Habrá alguno de The Beatles?

01. Jimi Hendrix. The Wind Cries Mary (1967)
Instruido en las artes del blues y el soul –se forjó profesionalmente como sesionero en grupos de dicho pelaje–, mejor letrista de lo que cabría imaginar, Hendrix cuelga las boas de tono chillón para concentrarse en los colores primarios: semáforos que cambian del rojo al azul. El solo de esta preciosa balada –escrita tras una trifulca con su novia– es un prodigio de blues psicodélico que sigue pellizcando como el primer día.

02. Led Zeppelin. Since I’ve Been Lovin’ You (1970)
Polémica plagiaria al margen –la canción se da un aire a Never, tema de Moby Grape publicado en 1968–, estamos ante una de las cimas del cuarteto británico. Se dice que Jimmy Page las pasó canutas antes de clavar un solo desbordante de emoción, que se le resistía más de la cuenta. Su insistencia tuvo recompensa, porque dicho trabajo es una de las piezas canónicas en la historia del blues-rock.

03. Television. Marquee Moon (1977)
Más cerca del jazz que del punk, Television articularon un lenguaje personalísimo que proscribía el blues, reinterpretaba la psicodelia y abría nuevas vías expresivas para la música de guitarras. El extenso solo final de esta canción fue ejecutado por Tom Verlaine Richard Lloyd le precede con uno mucho más corto, pero harto elocuente– y resume la complejidad, ambición y virtuosismo de este grupo irrepetible.

04. Neil Young & Crazy Horse. Like a Hurricane (1977)
El canadiense le echa el ojo a una moza de buen ver durante una noche de farra y traduce el hechizo en ocho minutos de tensión sexual no resuelta, publicados en plena fiebre punk. Los solos, agrestes y montaraces, como de costumbre, elevan la temperatura de camino a cada estrofa, en un crescendo sostenido y electrizante. Abultado triunfo del sentimiento sobre la técnica, se pasa en un suspiro.

05. Chuck Berry. Johnny B. Goode (1958)
La autobiografía de Berry atrapada en siete pulgadas de vinilo que añadirían una nueva dimensión al todavía balbuciente rock and roll. El riff de apertura está inspirado en un viejo número de Louis Jordan, Ain’t That Just Like a Woman. El solo, sencillo y conciso, nos recuerda que, en estas lides, el feeling es un ingrediente esencial. Cuando los alienígenas pinchen el disco dorado de la Voyager y lo escuchen, van a flipar.

06. Joe Satriani. Satch Boogie (1987)
Vibratos de otro mundo, tappings imposibles, pitch axis… El universo técnico de Satriani se expande en paralelo al del resto, pero reducirle a mero virtuoso es totalmente injusto. El neoyorquino posee un gran instinto melódico y proviene de una tradición –el blues-rock– cuyo espíritu aflora, renovado y desafiante, en composiciones como ésta, incluida en el primer álbum del género que supo pisar territorio mayoritario.

07. U2 . Bullet The Blue Sky (1987)
Experto en la creación de ambientes, maestro en el uso de pedales de retardo como el Memory Man, dueño de un sonido reconocible a la primera escucha, The Edge sintetiza, slide mediante, todo el cabreo del texto escrito por Bono con la administración Reagan en mente. A salvo de la ironía posmoderna, la mediocridad y el piñón fijo, U2 todavía componían canciones así: a pie de calle y en pie de guerra.

08. Rage Against The Machine. Bulls on Parade (1996)
El hard-rock de los setenta –escuchen sus riffs– y el hip-hop de los ochenta moldearon el sonido de Tom Morello, un guitarrista excepcional que aquí rinde pleitesía a héroes confesos del scratch como Jam Master Jay, pionero tras los platos en Run D.M.C. Aferrado al killswitch de su Fender y deslizando la palma de la mano sobre las seis cuerdas, Morello asegura su salvoconducto hacia a la posteridad.

09. Metallica. Fade to Black (1984)
La fuerza bruta de James Hetfield –enorme guitarra rítmica, entre otras cosas– combina a la perfección con la finura y matices de Kirk Hammet, uno de los mejores instrumentistas de su generación. La delicada intro nos pone sobre aviso: nada bueno por aquí. El solo de cierre, cortesía del moreno, sitúa el fiel a medio camino de la destreza y una sensibilidad indiscutible. Entre los grandes clásicos del cuarteto.
 
10. Van Halen. Hot for Teacher (1984)
Una técnica innovadora y una elevadísima velocidad de crucero entintando riffs y punteos nunca vistos, convirtieron a Eddie Van Halen en la principal deidad guitarrera post-Hendrix. La flamígera puesta en escena de David Lee Roth –más atleta que cantante– hizo el resto. La instrumental Eruption, incluida en su debut de 1978, generó leyenda, pero esta canción es un acertado compendio temático, estético y sonoro.

11. Black Sabbath. Neon Knights (1980)
Sumo sacerdote de la congregación metalera, Tony Iommi escribió el antiguo testamento de géneros como el heavy, el doom o el stoner en seis capítulos –los primeros discos junto a Ozzy– de obligada lectura y estudio. La alianza con Ronnie James Dio fue corta pero fructífera. El primigenio poderío de sus riffs ha ensombrecido la faceta solista, que desempeña con buen gusto, fluidez y puntería melódica.

12. Eagles. Hotel California (1976)
La incorporación de Joe Walsh –hercúleo constructor arquitecto de riffs en los semiolvidados James Gang– fue clave en la momentánea escalada eléctrica de Eagles. Con todo, fueron sus compañeros quienes compusieron este imperdible del rock setentero de estadio, cuyo extensa e inmortal coda final fue interpretada por Walsh y Don Felder. Este último también compuso la icónica intro para guitarra de 12 cuerdas.

13. Rory Gallagher. Tatoo’d Lady (1973)
Se le relaciona de forma automática con el mejor blues-rock, pero el añorado músico irlandés comía de todo. También jazz. Devoto de dicho género en su vertiente free –On The Boards (1970), de Taste, así lo confirma–, trasvasó a su Stratocaster la expresividad de héroes como Ornette Coleman o Eric Dolphy. Puro corazón, influente a más no poder, ejecutaba solos que se pueden cantar a voz en grito. Haz la prueba.
 
14. Muddy Waters. Rollin’ Stone (1950)
Catfish Blues’, original del ignoto bluesman Robert Petway, sirvió de guía a Waters, quien llevaba años buscándose la vida en Chicago, compatibilizando música y empleos de subsistencia. Éste fue su primer sencillo para el sello Chess –palabras mayores– y también una de sus primeras alegrías en el negocio. Melancólica, contumaz, sencilla y capaz de inducir insospechados estados de ánimo. El abecé del blues.

15. The Beatles. While My Guitar Gently Weeps (1968)
La grabación de The White Album fue un infierno que la presencia de Eric Clapton –quien por entonces partía la pana al frente de Cream– alivió, al menos momentáneamente. Fue George Harrison, autor de la canción, quien le invitó a grabar el solo tras unas cuantas sesiones que no le dejaron satisfecho. La aportación de “mano lenta”, desplegando buena parte de sus habilidades, no hace sino sumar.
 
16. Rainbow. Stargazer (1976)
Ritchie Blackmore había tocado el cielo hard-rock con Deep Purple, pero la deriva soul del grupo le llevó a fundar una nueva banda en la que nadie le tosiera. La cara B de Rising, segundo álbum de Rainbow, nació inmortal gracias al dispendio épico de canciones como esta, que se ensancha por obra y gracia de la Filarmónica de Munich e incluye guitarras imperiales del arisco hombre de negro.
 
17. Richard Hell & The Voidoids. Blank Generation (1977)
Robert Quine fue un guitarrista sustantivo, abierto de miras, sobrado de discurso, con sonido característico. Ninguno de estos atributos sirvió para que obtuviera reconocimiento más allá de los círculos especializados y entre los ilustres del gremio. Junto a Richard Hell y el también guitarra Ivan Julian, acuñó uno de los himnos del punk neoyorquino. De todo el punk, en realidad. Cuidado si te arrimas, porque corta.

18. Stevie Ray Vaughan. Couldn’t Stand The Weather’ (1984)
Reinó sin discusión en el panorama blues de los ochenta, revitalizando el género y acercándolo a las nuevas camadas de guitarristas gracias a su ataque rock, que le conectaba con el mismísimo Hendrix. Músicos como Kirk Hammet (Metallica), Mike McCready (Pearl Jam)  reconocen la profunda impronta dejada por trabajos como el que nos ocupa, ejemplo palmario del inagotable talento del tejano.
 
19. Alcatrazz. Big Foot (1983)
Yngwie Malmsteen era un perfecto desconocido cuando entró en Alcatrazz, el grupo formado por Graham Bonnet tras su breve paso por Rainbow. El debut del quinteto nos descubrió a un genio precoz, egotista y autosuficiente que no tardó en volar del nido para iniciar carrera como líder. Excesivo, autoindulgente y velocísimo, el sueco dejó escritas muchas de sus mejores canciones justo aquí, al principio.

20. Radiohead. Paranoid Android (1997)
El neto guitarrero de sus dos primeros discos –Pablo Honey (1993) y The Bends (1995)– es más abultado y evidente, pero OK Computer es el álbum con el que Radiohead empezó a poner tierra de por medio. Johnny Greenwood –con mayor querencia al solo que su compañero Ed O’Brien, jefe del negociado ambientes– se luce en sus turnos. Angustia finisecular, épica y electricidad para este inopinado hit.

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