viernes, 27 de noviembre de 2015

Freddie Mercury: El pasado 24 de Noviembre se cumplieron 24 años sin el líder de Queen

Hace 24 años que murió Freddie Mercury, un día después de haber anunciado que tenía sida. 


Cuatro años antes, Freddie descubrió que tenía la enfermedad y solo confió la noticia a tres personas: Su pareja, Jim Hutton; su exnovia, Mary Austin; y el mánager de Queen, Jim Beach.

Los rumores sobre su deteriorado aspecto llevaron a Freddie Mercury a hacer público que tenía sida y buscar el apoyo «para luchar». Al día siguiente murió.

«He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella». 

El 23 de noviembre de 1991, Freddie Mercury realizaba esta declaración pública, reconociendo que tenía sida y asegurando que, como había hecho casi siempre durante su carrera, continuaría con su política de «no dar entrevistas». No le dio tiempo. Al día siguiente, murió.

La prensa británica llevaba varios meses lanzando rumores sobre su deteriorado aspecto físico y la muerte de varios de sus amigos a causa, también, del sida. Las sospechas no hicieron más que crecer tras la publicación de varias fotografías y sus escasas apariciones públicas, por lo que el 22 de Noviembre, dos días antes de su muerte, Mercury, de 45 años, llamaba al manager de Quuen, Jim Beach, para discutir un asunto concerniente a él que quería hacer público. Ya estaba bien de secretos.

El histriónico y carismático cantante se encontraba ya extremadamente delgado, prácticamente ciego, sedado y sin apenas poder hablar. Una «penitencia» que tan sólo compartió con unos pocos amigos, como Montserrat Caballé: «Mira Montse, cada uno en la vida tiene su camino y lleva su equipaje. Y dentro de este están todas las cosas que debemos cargar. Yo llevo mi equipaje igual que tú llevas el tuyo. Sería inútil tirarlo, porque… tengo que llevarlo», le dijo en una ocasión a la soprano española, que vio en aquella confesión, según comentó tras su muerte al programa de TVE «Informe Semanal», «una forma muy filosófica de ver su corto futuro».

La muerte de sus amantes
Freddie sabía que era seropositivo desde 1987. Al parecer, había quedado impactado por la muerte de dos de sus antiguos amantes a causa del sida y, consciente de los riesgos de su variada y ajetreada vida sexual, decidió hacerse los primeros análisis. Sus temores se hicieron realidad.

La terrible noticia le cambió su estilo de vivir. Se encerró en su casa de Londres y la convirtió en una clínica, en la que continuaba componiendo. Sus últimas canciones, de hecho, reflejan un estado de ánimo depresivo. Intuye que no le queda mucho tiempo de vida y, de alguna manera, esto se refleja en sus letras.

El avance de la enfermedad provocó que apareciera poco en los videoclips, y, cuando lo hacía, como en «Show Must Go On», se cuidaba mucho la iluminación y el maquillaje para no mostrar las huellas del sida.

Según contaría su pareja de entonces, Jim Hutton, los dolores que sufría Mercury en los últimos días de su vida eran enormes. En la madrugada del domingo 24 de Noviembre, tras una noche muy convulsa en la que el cantante ya no se mantenía en pie, llamaron al médico, que decidió ponerle una inyección de morfina, asegurando que no aguantaría ni dos días.

Las últimas visitas
Por la mañana, cuando ya se encontraba inconsciente, pasaron a verle Elton John y Dave Clark, dos de sus grandes amigos, pero ya no respondía a ningún estímulo. Pocas horas después, moría en compañía de su novio.

Freddie había previsto su final y dejado listos todos los detalles para después. Regaló coche y casa a muchos de sus amigos, grabó una serie de vídeos sobre su enfermedad para que se emitieran tras su muerte y donó su fortuna, 5,000 millones de pesetas, a la lucha contra el sida. Por último, quiso que en su funeral se escucharan algunas grabaciones. Entre ellas, el tema «Barcelona» que grabó junto a Montserrat Caballé.


Freddie Mercury
Nació en Zanzíbar como Farrok Bulsara y formó su primer grupo de música a los 12 años. Después pasó por varios más: Smile, Wreckage, Sour Milk Sea e Ibex. Hasta que, en 1970, se cambió el nombre y fundó Queen junto a dos ex compañeros: Brian May y Roger Taylor. 

La banda fue ganando adeptos hasta convertirse en uno de los grupos de rock mejor pagados. Llegaron a ganar más que la reina Isabel II. 

“Mientras la gente compre mi música, seguiré. Cuando dejen de hacerlo, diré adiós y me convertiré en stripper bailando al ritmo de la música que he escrito”, decía. 

En stripper no, pero su imagen sí fue evolucionando a lo largo de los años. Pasó de afeitarse a dejarse crecer el bigote. Cuentan que al principio muchos aficionados no podían soportarlo y que le tiraban maquinillas de afeitar al escenario durante los conciertos.

Y hablando de conciertos, la primera vez que actuó en España fue en Febrero del 79. Después, repitieron en el 86. Los dos conciertos en la misma ciudad. 

Barcelona tiene historia en la vida de Mercury, no solo por ser la primera ciudad española en la que tocó con Queen. En el 87, voló a la ciudad para conocer a Monserrat Caballé y le enseñó la canción, que había grabado en un cassette. A la cantante le gustó tanto, que acordaron empezar a trabajar en un álbum, del mismo nombre: Barcelona. Uno de los dos discos que grabó en solitario. 

El single se convirtió en el himno oficial de los juegos olímpicos del 92. Ocho años después, Caballé interpretó la canción en la final de fútbol de la UEFA. Freddie ya había muerto, pero estuvo presente en la actuación a través de una pantalla. 

Al morir, se incrementaron las ventas de sus discos y se le dedicaron varios homenajes seguidos por millones de personasEstá considerado unos los mejores compositores del siglo XX. El cabecero de su cama era un piano con candelabros. Así, si en mitad de la noche se le ocurría algo, se despertaba y lo tocaba.

Era muy excéntrico. Se disfrazó de sí mismo en su fiesta de su 35 cumpleaños, intentó ligar con Bono de U2 durante su último concierto benéfico y lo llevó hasta el final, porque cuando murió incluyó en el testamento a sus gatos. 

“Nadie más sacará un solo centavo, excepto mis gatos Oscar y Tiffany. Aparte de ellos, no voy a regalar ninguna de mis cosas cuando esté muerto. Voy a acapararlo todo”. 

No sabemos si sus gatos heredaron. Sí se sabe que cedió parte de su fortuna a una fundación de lucha contra el sida. También heredó su exnovia, Mary Austin, la única que sabe dónde están esparcidas sus cenizas.

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