viernes, 7 de junio de 2013

Salven a los robots supremos... Daft Punk, la reveladora entrevista para Rolling Stone

La entrevista más reveladora con el reservado dueto, líder de la música dance, sobre cómo vuelven a reinventar la música electrónica, otra vez. 
Por Jonah Weiner
Revista Rolling Stone 


Una tarde de primavera, Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter –parisinos de toda la vida, amigos de muchos años y músicos compulsivamente reservados detrás de las máscaras de robots de Daft Punk– se encuentran parados en el empedrado detrás de su estudio, parpadeando en el sol como si acabaran de salir de una cueva profunda. Que fue lo que hicieron, más o menos. “Es el primer día hermoso que hemos tenido en semanas”, dice de Homem-Christo. Gesticulando hacia un cuarto sin ventanas en el que él y Bangalter, han pasado incontables horas, inclinados sobre sintetizadores en busca de sonidos nuevos. “Igual, siempre estamos en la oscuridad”, logra decir, de modo muy galo. 

Bangalter saca una llave de su bolsillo y abre el cuarto; fue aquí, en abril de 2008, inmediatamente después de una gira mundial, que Daft Punk se retiró para componer canciones para su cuarto álbum, Random Access Memories. En el transcurso, habían convertido anfiteatros, estadios de béisbol y futbol repletos, en raves eufóricos; desplegando un arsenal de supercomputadoras hechas a la medida con una pirámide de casi ocho metros, cubierta de pantallas y centrado dentro de un panal al estilo Atari, con rayos de luz LED. 

Daft Punk tuvo su primer gran éxito durante el boom de la electrónica en los años noventa, pero la gira –un alucinante espectáculo de arte teatral pop sin precedentes– los hizo más populares y los transformó, de sobrevivientes de una moda pasajera, a pioneros involuntarios de una locura de música dance, que desde entonces, se ha devorado a el mundo pop por completo. 

Otro conjunto, en una posición similar, se hubiera dejado llevar en neutral –hubiera llenado lugares más y más grandes y soltado los mismos ritmos punzantes– pero Daft Punk se retiró de la gira luego de 48 shows; y cuando empezaron a trabajar en su material nuevo, fue con un deseo inquieto de reinventarse. “Ahora la música electrónica está en su zona de confort, y no se mueve ni un centímetro”, dice Bangalter. “No es lo que los artistas deberían hacer”. 

Bangalter es alto, flaco y tiene 38 años, de Homem-Christo, tiene 39 años y juntos conforman a Daft Punk, las superestrellas más enigmáticas del pop. Además de cubrirse los rostros en las presentaciones, videos y fotos, casi siempre operan en secreto… Y se aferran a los detalles biográficos en las raras ocasiones en que sí dan entrevistas. Así que cuando alguien de afuera entra su espacio de trabajo, es con asombro al ver, que hasta los objetos mundanos resuenan con un sentido casi talmúdico. En el cuarto de sintetizadores hay una copia de vinilo desgastada de Blondes Have More Fun, de Rod Stewart; en una esquina hay una diminuta grabadora JVC para escuchar borradores de mezclas, con una pirámide negra de plástico colocada encima. 

Copias de discos blu-ray de Tron: L’Heritage (Tron: El legado, para la cual Daft Punk compuso la música) y Star Wars: L’Integrale de la Saga, ocupan un estante cerca de un libro de diseños de Saul Bass, un diccionario de rimas Walker’s y el volumen de la biblioteca de Life Science llamado La mente. Pegada con una tachuela en una pared, está la foto de los robots de Daft Punk parados con R2-D2 y C-3PO en una sesión de fotos publicitarias para Adidas. “Este fue el momento en que sentí que realmente habíamos entrado a la cultura pop”, dice Bangalter. 

En la última década, la influencia de Daft Punk ha crecido de manera colosal. “Hoy en día, la música electrónica es como una bebida energética”, dice Bangalter. “Los artistas compensan en exceso con esa música agresiva, energética e hiperestimulante, es como si alguien te estuviera sacudiendo. Pero no puede mover a la gente a nivel emocional. Es una forma de sentirse vivo, pero...”. “No es profundo, es superficial”, dice De Homem-Christo. “Quizá sea la diferencia entre amor y sexo, o erotismo y pornografía”, dice Bangalter. 

A medida que Daft Punk avanzaba en su nuevo álbum, estaban más y más ansiosos por deshacerse de hábitos viejos y empezar “desde cero”, dice Bangalter. Su vieja técnica de samplear funk, disco y vinilos de rock suave, de repente les pareció algo enlatado y demasiado conocido. Las cajas de ritmos que antes utilizaban para impulsar sonidos sonaban memorizados –“piloto automático”, dice Bangalter–. Se les ocurrió otro plan de ataque que llevaría a Daft Punk más lejos en la música electrónica, de lo que habían imaginado: “Queríamos hacer lo que hacíamos con máquinas y samplers”, dice Bangalter, “pero con gente”

La idea fue reajustar su sonido manteniendo su ADN intacto y dejar atrás, a sus sucesores en el proceso. “En la música electrónica de hoy hay una crisis de identidad”, dice Bangalter. “Oyes una canción: ¿De quién es? No tiene nada distintivo. Todos los que hacen música electrónica tienen las mismas herramientas y plantillas. Escuchas y sientes que se puede hacer en un iPad”. Frunce el ceño. “Si todos se saben todos los trucos, ya no hay magia”.

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