martes, 17 de marzo de 2015

Crítica: Marilyn Manson - The Pale Emperor

El Reverendo revive a todos sus demonios y graba su álbum más retorcido y perturbador desde Mechanical Animals.
Fuente: Rolling Stone


Artista: Marilyn Manson 
Álbum: The Pale Emperor
Género: Alternative Rock, Blues Rock, Hard Rock
Fecha Lanzamiento: 15-Ene-2015
Disquera: Hell, etc.
País: Estados Unidos

En los años 90, Marilyn Manson vendía un montón de discos y asustaba a un montón de padres, haciéndose el shock-rocker tipo Alice Cooper en un regodeo de autocompasión gótica. Con su look Methy the Clown, letras como "Soy totalitario/Tengo abortos en los ojos", y un sonido de metal industrial, Manson provocaba terror tanto en políticos cristianos como en fans de la música de buen gusto. Llegó a su punto máximo con el glam androide de Mechanical Animals, de 1998, en el que gemía "Somos todos estrellas, en el dope show", acompañado por una música que sonaba como David Bowie siendo tragado por un compactador de basura. Pero en los 2000, el show se puso un poco demasiado aburrido, incluso para él. Es duro ser el Anticristo Superstar en una época en la que internet y la televisión por cable encuentran todos los días formas nuevas de volvernos locos.

Nadie sabe esto mejor que el propio Manson, que se pasó los últimos quince años intentando moverse hacia una música más terrosa, que pudiera estar a la altura de su personaje decadente. Mientras tanto, se volvió un personaje célebre de Los Angeles, y actuó en pequeños papeles de series de TV como Californication y Sons of Anarchy. En The Pale Emperor, Manson se ofrece como una suerte de personaje ilustre de la cultura trash, un caballero freak, "el Mefistófeles de Los Angeles", tal como se autodenomina en un tema avasallador. No le sale siempre fácil, pero ésta es la música más interesante que hizo desde el progresivo Holy Wood, del año 2000.

Manson escribió estas canciones junto al productor Tyler Bates, un compositor de música para películas y videogames cuyo currículum incluye muchos films de acción y de terror. La música tiene un carácter siniestro generalizado que refleja esta formación. Pero también es bastante grunge, Nirvana en estado puro, o como si los Doors tocaran un show hasta la madrugada en el calabozo de Trent Reznor. El disco abre con "Killing Strangers", que se arrastra como un zombie blusero con un riff oxidado: "Tenemos armas/Va a ser mejor que corras", canta Manson, excavando recuerdos de la época en la que la derecha lo culpaba irrisoriamente por la masacre de Columbine. Luego sigue la paliza con "Deep Six", un temazo para una pista de baile donde todos se visten de negro, en el que Manson pela su voz de barítono onda Vincent Price para divagar algo sobre Zeus y Narciso.

Líricamente Manson juega con sus viejos temas: poder, tortura, drogas, sexo y violencia, dependencia y vacío. Pero el artista que alguna vez se proclamó como "una granada de mano que nunca dejó de explotar", está ahora más enfocado. La tórrida "Slave Only Dreams to Be King" parece una canción genuina y sentida acerca del abuso físico y emocional. Mirando hacia abajo amenazadoramente, montado sobre el estampido pagano de "The Mephistopheles of Los Angeles", Manson parece estar hablándole al entrevistador de un talk show imaginario, o quizás a su analista: "No sé si me puedo abrir/No soy un regalo de cumpleaños".

Lo que emerge es un disco más clásico de lo que uno podría esperar de Manson, y uno que todavía consigue lanzar unos berrinches de rock alternativo a la vieja usanza, de esos que ya nadie se molesta en proferir hoy en día. "Tengo al demonio debajo de los pies", canta a grito pelado en uno de los mejores temas del disco, que suena como una fiesta playera en el río Estigia. Por una vez, uno puede creer que el Príncipe Oscuro está feliz de tenerlo para un paseo.

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