Recordamos discos destacados de la cosecha de 1995. Es decir, que este año cumplen ya dos décadas entre nosotros.
Fuente: Rolling Stone
Mientras que la mayoría de los mortales se rige por calendarios tradicionales que organizan el devenir de los tiempos en días, meses, semanas y años, un nutrido grupo de irreductibles musiqueros va compartimentando su existencia en función de las épocas relacionadas con sus discos preferidos. ¿Les ‘suena’ la peli Alta fidelidad?
Así, a una pregunta tipo “¿Recuerdas en qué navidades fuimos todos de viaje a Londres?”, el susodicho especímen respondería algo así como: “Escuchábamos todo el tiempo en bucle These Days de Bon Jovi, de manera que fue en 1995… Además, estaba todo el mundo flipando con el Wonderwall de Oasis, que acababa de salir. O sea que sí, 1995 definitivamente. Y al año siguiente se separaron los Ramones”, apostillaría.
Porque mientras la mayoría de los mortales envejecemos, la música permanece inalterablemente aferrada a nuestros recuerdos más íntimos. Así… hasta que llega un momento en el que repentinamente salta la inevitable fase de negación: “No, no puede ser, pero… ¿Cómo va a hacer 20 años de aquello? Pero entonces, si tengo 36 [Ejem, aprox.] ahora, entonces tenía… oh oh…”. Efectivamente, nuestro protagonista tenía 16 añitos que nunca más volverá a tener. Y mientras lo asimila desempolva con ojos vidriosos una veintena de discos que bien podrían ser estos.
OASIS: (WHAT’S THE STORY) MORNING GLORY
Desde su famosa pelea en el camerino de un concierto en París en 2009, la reconciliación de los hermanos Gallagher y el regreso de Oasis es un tema recurrente, en buena parte por culpa de este disco lanzado en octubre de 1995, que ha vendido más de 25 millones de copias en todo el mundo y que contiene himnos como el mencionado (y dichoso) Wonderwall y el terriblemente grandilocuente Don’t look back in anger.
BLUR: THE GREAT ESCAPE
Un mes antes de que Oasis irrumpiera arrasando con todo con Wonderwall, su gran banda ‘rival’ lanzaba su cuarto disco, The Great Escape, también con clásicos globales como Country House y Charmless Man. Y a pesar de ser el gran éxito de ventas de Blur, Damon Albarn echa la vista atrás con ira y ha definido este trabajo en algunas ocasiones como desordenado. Anda que si llega a estar en orden…
PULP: DIFFERENT CLASS
Cuando parecía que el Britpop no podía ser más molón, aparecieron Jarvis Cocker y los suyos con el quinto álbum de su grupo y ese mega pelotazo generacional ‘para la Common People’, que por supuesto lo hizo suyo y lo interiorizó para acto seguido compartirlo una y otra vez y convertirlo en clásico imperecedero hasta el final de los días. Y no era la única gran canción de un disco en el que también estaba Disco 2000. Entre otras.
THE RAMONES: ¡ADIÓS AMIGOS!
El epitafio discográfico de la icónica formación punk rock llegó en julio de 1995, trece meses antes de su último concierto el 6 de agosto de 1996 en Los Angeles.¡Adios amigos! contiene 13 canciones (15 en su versión extendida) que resumen en 33 minutos a la perfección todo lo que los Ramones siempre fueron: frenética energía concentrada lista para la propulsión.
RADIOHEAD: THE BENDS
El segundo disco de la banda inglesa llegó en marzo de 1995 con la misión de aclarar que Radiohead no eran flor de un día y que el monumental éxito de Creep no había sido más que el principio. Canciones como High & Dry, Nice Dream, Just, My Iron Lung y Street Spirit (fade out) lo dejaron meridianamente claro.
SUPERGRASS – I SHOULD COCO
Menuda montaron estos tres chavales ingleses en 1995 con este debut fresco, trotón y luminoso. Un canto enérgico cargado de positividad que les llevó a liderar las listas británicas con singles como Caught by the Fuzz, Lenny y la todavía irremediablemente contagiosa Alright.
BRUCE SPRINGSTEEN: THE GHOST OF TOM JOAD
Tras arrasar en ventas en los ochenta, disolver a la E Street Band y publicar a la par en 1992 los irregulares Human touch y Lucky Town, el rockero de New Jersey dio aún otro giro más en 1995 retomando en The Ghost of Tom Joad la faceta descarnadamente acústica que ya exploró en 1982 en el árido Nebraska. Inspirado por Las uvas de la ira de John Steinbeck, Bruce ofrece un ramillete de composiciones en la mejor tradición de sus ídolos del folk.
AC/DC: BALLBREAKER
El decimotercer disco de estudio de Angus y compañía llegó en septiembre con la buena noticia del regreso del baterista Phil Rudd, alejado del grupo desde 1983 (y ahora de nuevo fuera por sus recientes problemas judiciales). Ballbreaker contiene once canciones de puro sonido AC/DC entre las que destacan los singles Hard as a Rock y Hail Caesar. La gira de presentación fue todo un éxito de masas, bola de demolición mediante.
BON JOVI: THESE DAYS
A pesar de no tener ningún single claro de éxito, y precisamente por eso, hay relativo consenso en citar These Days como el último gran disco de Bon Jovi, editado tres años después del colosal éxito de Keep the Faith. Se trata de un trabajo variado con baladones (Lie to me), descargas rockeras (Hey God), melodías pop (Something por the pain, Hearts breaking even) y largos desarrollos instrumentales (My guitar lies bleeding in my arms). Definitivamente sí, es el último gran disco de Bon Jovi y es de junio de 1995.
ALANIS MORISSETTE: JAGGED LITTLE PILL
Esta pequeña píldora afilada puso en el mapa a la canadiense Alanis Morissette, que de la noche a la mañana se convirtió en la más rutilante estrella de la MTV, debido principalmente a su rabioso You oughta know, aunque también a las milimétricamente perfectas Ironic, Hand in my pocket, Head over feet y Perfect. Alanis nunca volvió a acercarse a este éxito que lleva despachadas más de 33 millones de copias en todo el planeta.
SMASHING PUMPKINS: MELLON COLLIE AND THE INFINITE SADNESS
Billy Corgan fue uno de los compositors más prolíficos y certeros de los años noventa, sin duda la época dorada de sus Smashing Pumpkins. Este doble álbum de octubre de 1995 es toda una demostración de torrencial creatividad, con guitarreras canciones de tres minutos, brillantes composiciones pop para las radios y otras piezas de generoso minutaje cercanas al kraut rock. Tal era su ambiciosa inspiración, diríase que divina.
FOO FIGHTERS: FOO FIGHTERS
Apenas 15 meses después del suicidio de Kurt Cobain en abril de 1994, el baterista de Nirvana sorprendía al mundo presentando el debut de su propia banda llamada Foo Fighters. Eclipsado por el mastodóntico carisma de Kurt, nadie esperaba que ese segundón llamado Dave Grohl (¿Dave qué, quién?) pudiera rehacer su vida artística con semejante vigor creativo. Pero lo hizo y ahora es algo así como el salvador del rock, el que parte y reparte y se lleva la mejor parte.
GARBAGE – GARBAGE
El productor de Nirvana (y ahora Foo Fighters), Butch Vig, se unió a sus colegas Steve Marker y Duke Erikson, y entre los tres dieron con la enigmática cantante escocesa Shirley Manson para formar Garbage, una especie de supergrupo que debutó en 1995 con un álbum repleto de singles de éxito en la nación alternativa globalizada. Hablamos de Only happy when it rains, Queer, Stupid Girl y Fix Me Now. Eran basura (o eso decían ellos) pero lo molaban todo.
ELASTICA – ELASTICA
El disco debut de Elastica rompió récords en el Reino Unido al convertirse en el disco con más ventas en su primera semana desde el Definitely Maybe lanzado por Oasis apenas un año antes. Buena culpa de este impacto, digno del más glorioso de los hypes, recaía sobre canciones como Line Up y Connection, necesarias en cualquier fiesta de la época que estuviera en la onda correcta. La relación de su líder Justine Frischmann con Damon Albarn de Blur fue ya la jugosa guinda para redondear la mitología del britpop. Pero eso se acabó, la banda publicó un segundo disco en el año 2000 que no tuvo repercusión y ahora Justine se dedica a la pintura abstracta.
BJÖRK – POST
El tercer disco de la inquietante islandesa vio la luz en junio de 1995 y durante su ‘vida útil’ hasta 1997 fue una concatenación de sencillos para las radios, muchos de ellos acompañados de trabajos audiovisuales originales y aún hoy desafiantes. Army of Me, Hyper ballad, It’s oh so quiet, Isabel, Possibly Maybe y I miss you encumbraron a Björk a niveles superiores de irritante excelencia aclamada por la tradicionalmente esquiva crítica.
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