jueves, 7 de agosto de 2014

Metallica echan la vista atrás en el 30 aniversario de ‘Ride The Lightning’


Fuente: Rolling Stone
Hablamos con Lars Ulrich, Kirk Hammett y Flemming Rasmussen para encontrar las claves del mítico álbum.

“Estábamos realmente jodidos”, rememora Lars Ulrich sobre el estado de Metallica mientras componían su segundo disco, Ride The Lightning. “Teníamos que vivir día a día. Un amigo nos dejó su apartamento para descansar a ratos mientras grabábamos. James y yo dormíamos en el aseo, Kirk y Cliff compartían el sofá”, añade.

Era la primavera de 1984 y el cuarteto de thrash metal estaba atrincherado en Copenhague, en la Dinamarca natal del baterista, grabando en un estudio que habían elegido por dos motivos: Rainbow habían grabado allí su disco Difficult to Cure y era realmente barato.

Por aquel entonces, Ulrich y Hetfield tenían ambos 20 años, el guitarrista Kirk Hammett tenía 21 y el bajista Cliff Burton 22. Apenas unos meses antes habían despedido al guitarrista Dave Mustaine (posteriormente en Megadeth), habían reclutado a Hammett como sustituto y editado su frenético debut Kill ‘Em All, el disco que definió lo que es thrash metal. Pero ya era momento de trabajar en el disco que definiría lo que era y sería Metallica.

Han pasado exactamente 30 años y Ride The Lightning se mantiene como el disco que introdujo melodías en el arsenal de la banda. Ahí están Fade to Black y For Whom The Bell Tolls, de alguna manera precursoras de Nothing Else Matters y Sad But True. También hay hueco para ese poderoso instrumental de 9 minutos que es The Call of Ktulu y para el gran clásico Creeping Death, aún hoy un momento cumbre en todos sus conciertos.

El álbum ha sido certificado seis veces como Platino por sus ventas, pero mientras lo componían los cuatro eran unos jovenzuelos metaleros realmente pobres, tratando de conseguir algunos dólares. Nos reunimos en la noche del 30 aniversario del disco con Ulrich, Hammett y el asistente de producción Flemming Rasmussen, para encontrar en el pasado las claves del presente.

¿De dónde surgió el título del disco?
Hammett: Estaba leyendo The Stand, de Stephen King, y ahí estaba ese pasaje en el que un tipo estaba a punto de morir, esperando para ride the lightning (cabalgando al relámpago). Recuerdo que pensé que era un gran título para una canción, así que se lo dije rápidamente a James.

¿Fue divertido grabar en Dinamarca en aquel momento?
Hammett: Fue genial al prinicipio, pero pronto nos pusimos nostálgicos (risas). Éramos tres americanos y un danés. Para él era sencillo adaptarse, pero no era así para los otros tres. El choque cultural nos conmocionó un poco.

¿Cómo superaste la nostalgia de Estados Unidos?
Hammett: No teníamos nada que hacer más allá de la música y beber Carlsberg. Cuando descubrimos que nos daban gratis unas cuantas si devolvíamos las suficientes botellas, comenzamos a dedicarnos también a eso. Pero echar de menos nuestra casa nos dio un toque no de depresión, pero sí de anhelo que de alguna manera se aprecia en el disco.

¿Eran buenos invitados entonces?
Hammett: Destrozamos totalmente la casa de nuestro amigo e incluso atascamos su bañera. Lo cierto es que teníamos una gran colección de vídeos musicales que veíamos en todo momento mientras bebíamos cerveza. Sólo parábamos para ir al estudio. Eso es todo lo que hacíamos.

Flemming, ¿Cuál fue tu primera impresión del grupo?
Flemming Rasmussen: No sabía nada de ellos, pero me cayeron bien. El dueño del estudio era un enamorado del jazz y un día se me acercó y me preguntó qué pasaba con estos tipos que no sabían tocar. Yo le respondí que daba igual y que sintiera la energía.

Lars Ulrich: Flemming estaba totalmente en sintonía con lo que estábamos haciendo.

Hammett: Realmente estábamos nerviosos por grabar en un estudio donde se había registrado el Difficult to Cure de Rainbow. Nos encantaba el sonido de aquel álbum y queríamos algo así para nosotros.

¿Cómo de trabajadas estaban las canciones al llegar al estudio?
Hammett: Tres o cuatro meses antes de entrar a grabar hicimos algunas actuaciones en pequeños locales donde ya tocamos Creeping Death, Ride the Lightning, Fight Fire with Fire y The Call of Ktulu. Esas canciones estaban completas al 90 por ciento en lo que se refiere a arreglos y solos de guitarra.

Ulrich: También habíamos escrito parte de Fade to Black entre diciembre de 1983 y enero de 1984.

Precisamente Fade to Black, al igual que For Whom The Bell Tolls y Escape, son más lentas y melódicas que las canciones de su debut. ¿Querían hacer algo diferente?
Ulrich: Era la primera vez que los cuatro trabajábamos juntos y tuvimos la oportunidad de expandir horizontes. No creo que fuera un esfuerzo consciente para romper con nada. Teníamos temas muy trash como Trapped Under Ice, pero nos dimos cuenta también de que no queríamos limitarnos y ser unidimensionales. Kill ‘Em All fue escrito por James, Mustaine y yo mismo, sin aportaciones de Kirk y Cliff que ahora sí había. Y ambos venían de una escuela diferente, especialmente Cliff, mucho más melódico.

¿Cómo era Cliff en el estudio?
Rasmussen: Era único en su especie. No le importaba una mierda lo que la gente pensara de él. Era un gran músico, una persona adorable y un buen jugador de poker. Como bajista, era más un solista que un miembro de un grupo. Era muy salvaje y me gustaba. Realmente, su muerte (en accidente de autobús durante la gira europea de 1986) fue muy triste.

Decidieron parar la grabación para salir de gira. ¿Cómo fue el regreso?
Ulrich: Cuando volvimos tuvimos que dormir en el estudio porque no podíamos pagar ningún alojamiento. Estábamos los cuatro tirados en una habitación, literalmente.

Rasmussen: Eran unos chavos y no teníamos problema en que se quedaran en el estudio. Eso sí, tuve que empujar a alguno a la ducha después de toda una semana con la misma camiseta. Empezábamos a grabar a las 7 de la tarde y estábamos hasta las 5 de la mañana, cuando ya no podían más y se dormían.

Escape es una de las canciones más comerciales del disco, pero tardaron 28 años en tocarla en directo. ¿Iba a ser sencillo?
Rasmussen: Ellos estaban en un sello pequeñito y esta era su manera de intentar captar la atención de uno más grande. Pero afortunadamente se alejaron de esa idea de tratar de complacer a los demás.

Hammett: Cuando tocamos Escape en el Orion Fest hace un par de años, todos estuvimos de acuerdo en que no lo habíamos hecho antes porque no es una gran canción para interpretar en vivo.

¿Había discográficas detrás de ustedes mientras grababan?
Rasmussen: Recuerdo conversaciones con Bronze Records, pero el dueño quería que regrabaran todo bajo la producción de su hijo. La banda no aceptó y la discográfica terminó quebrando.

¿Cómo tomaron la reacción del público ante las canciones más melódicas?
Ulrich: Hubo una reacción extraña hacia Fade to Black y la variedad del disco en general. Nos sorprendió un poco, supongo. La gente empezó a llamarnos vendidos y todo ese tipo de cosas, e incluso algunos no podían soportar escuchar guitarras acústicas. En realidad es curioso, porque esto era parte del arsenal de todos los grandes discos de Black Sabbath, Deep Purple, Iron Maiden, Judas Priest y Mercyful Fate. No creíamos que seguir ese camino pudiera sorprender a nadie.

¿Cómo se mantiene el disco 30 años después?
Ulrich: Obviamente aguanta bastante bien. Hay una energía juvenil recorriendo todo el álbum, y buena parte de sus canciones son fijas en nuestros recitales.

Hammett: Creo que interpretarlo completo en el Orion Festival fue algo genial. El álbum se mantiene realmente bien, me encanta cómo suena, es muy analógico. Creo que es nuestro disco de sonido más caliente. Para cuando grabamos Master of Puppets (1986), los días de golpear y echarlo todo fuera ya eran menos que con Ride the Lightning. Y eso de echarlo todo fuera siempre da un sonido más natural.

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