Fuente: Rolling Stone
‘Grace’, el único álbum de estudio editado en vida por Jeff Buckley, cumple 20 años esta semana. El cantautor estadounidense, muerto en 1997, era hijo de un artista ilustre –Tim Buckley– también fallecido antes de tiempo. Recordamos su figura y revisamos la trayectoria de otros hijos de músicos que decidieron seguir los pasos de sus progenitores.
Grace, el estreno en larga duración de Jeff Buckley, no es un álbum cualquiera. Publicado el 23 de agosto de 1994, fue recibido con brazos abiertos por buena parte de la crítica especializada, tanto en Europa como en Norteamérica. Con el tiempo, se ha convertido en un éxito comercial de largo recorrido, superando los dos millones de copias despachadas en todo el mundo. Rolling Stone lo incluyó en su lista de los 500 mejores álbumes de la historia y la reedición del mismo, fechada en 2004, rozó el Top 40 en el Reino Unido.
Jeff Buckley tenía 28 años cuando el disco llegó a las tiendas y llevaba casi un lustro buscándose la vida en los garitos del Village neoyorquino. Había crecido en California, lejos de su padre biológico, el cantante Tim Buckley, que abandonó a su madre poco antes de que él naciera. Su dote vocal y las impresionantes aptitudes artísticas fueron el único legado que éste –muerto por sobredosis en 1975– le dejó. Más que suficiente para dar forma a un trabajo inolvidable, en el que se muestra como intérprete avezado –esa versión de Hallelujah, original de Leonard Cohen– y compositor sensacional. Su fallecimiento –a destiempo y en extrañas circunstancias: se ahogó en el Misisipí en 1997– nos privó de un artista único y le convirtió en leyenda.
Como veremos a continuación, el de Buckley es uno de los pocos casos en que el talento del vástago iguala o supera al del antecesor. He aquí otros ejemplos –hay muchos más– de hijos de músicos que han continuado el trabajo de sus padres, con mayor o menor fortuna.
Julian y Sean Lennon
Julian, primogénito de John Lennon –fruto de su matrimonio con Cynthia Powell– parecía destinado a comerse el mundo. Sus dos primeros álbumes, Valotte (1984) y The Secret Value of Daydreaming (1986) funcionaron razonablemente bien, pero su carrera empezó a languidecer en años sucesivos y él terminó abandonando la música para dedicarse a la filantropía ecologista y la fotografía. En 2011 regresó con un álbum, Everything Changes, que tampoco hizo excesivo ruido. Su hermano pequeño –Sean, hijo de John y Yoko Ono– tiene un perfil artístico mucho más interesante y ha conseguido consolidar una carrera que le emparenta con artistas como Cibo Matto, los Soulfly de Max Cavalera y Albert Hammond Jr., otro ejemplo de hijo de músico ilustre. En solitario, Sean ha publicado tres álbumes.
Jakob Dylan
Bob Dylan tuvo cuatro hijos con Sara Marlin. El más pequeño de ellos, Jakob, inició una irregular carrera musical a principios de los noventa como líder de The Wallflowers, grupo con el que ha publicado media docena de álbumes en los que conjuga el rock de raíces y los sonidos de corte alternativo. Bringing down the horse (1996) fue su momento de mayor reconocimiento comercial, aunque el resto de sus trabajos tampoco han funcionado mal.
Ziggy Marley
Bob Marley reconoció la paternidad de once hijos. El mayor de los varones, Ziggy, era quien daba la cara en The Melody Makers, grupo del que también formaban parte tres de sus hermanos. Durante la segunda mitad de los ochenta y los primeros noventa, Ziggy & The Melody Makers consiguieron llegar al gran público y granjearse el respeto de la comunidad reggae, gracias a trabajos como Conscious Party (1988) y One Bright Day (1989). Con el cambio de siglo, el grupo se separó y Ziggy profundizó en el crossover de pop y reggae que caracterizaba su carrera precedente.
Lisa Marie Presley
La hija única de Elvis se convirtió en la comidilla hace 20 años, al casarse con Michael Jackson, a quien había conocido cuando era una cría. El matrimonio duró un par de años y Lisa inició una relación con Nicholas Cage que también acabó en la vicaría. Cuatro meses después del enlace, el actor le envió los papeles del divorcio. La carrera musical de Presley arrancó fuerte en 2003 y está vinculada a su vida personal. Se casó con el guitarrista compositor y productor Michael Lockwood y ha logrado estabilizarse junto a él sentimentalmente. En lo artístico, tampoco le ha ido mal. Storm & Grace, producido por T-Bone Burnett, es un digno ejercicio de estilo en clave de Americana.
Dweezil Zappa
Durante los últimos años, Dweezil Zappa se ha consagrado al estudio, divulgación y reinterpretación de la obra del singular Frank Zappa, aunque tiene una extensa hoja de servicios, como líder y gregario. El trabajo de casi cualquier músico palidece ante la inventiva y audacia esgrimidas por su difunto padre, uno de esos artistas que aparecen muy de cuando en cuando, pero Dweezil –su hermano pequeño, Ahmet, también ha hecho más de un pinito frente al pentagrama– defiende el pabellón familiar con suficiente dignidad.
Nas
Grace fue uno de los grandes álbumes debut publicados en 1994. Illmatic, el estreno de Nas, otro. El superdotado rapero neoyorquino era un pipiolo cuando el disco vio la luz y, claro, la mayoría quedó boquiabierta. En realidad, el jovencito Nasir Jones no hacía sino continuar la estirpe iniciada por su padre, el trompetista de jazz Olu Dara. Este también dejó su impronta en Illmatic, punto de partida de una serie de colaboraciones paternofiliales que no impidieron a Dara poner en marcha su merecida carrera como líder, a los 57 años de edad. Estaba escrito.
Norah Jones y Anoushka Shankar
El maestro del sitar Ravi Shankar fue quien introdujo tan característico instrumento –vía George Harrison– en la cultura pop de Occidente. Su relación con The Beatles, le convirtió en el músico hindú más célebre. Sus hijas tampoco le van a la zaga en reconocimiento. Norah Jones, la mayor, es una de las artistas pop de mayor éxito en todo el mundo en lo que llevamos de siglo. Y Anoushka Shankar, la pequeña, una sitarista que no tiene miedo a probar nuevos sabores ni a las inevitables comparaciones sugeridas por tan estrecho parentesco. Un par de joyas, vaya.
Charlotte Gainsbourg
Con una carga genética como la de Charlotte Gainsbourg es más fácil jugar la partida artística. Charlotte, hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, combina desde hace años las carreras de actriz y cantante. Convertida en fetiche del polémico Lars Von Trier, también ha trabajado a las órdenes de González Iñárritu, Michel Gondry y Todd Haynes. Su discografía, mucho más escueta que la filmografía, nos deja al menos un álbum a reivindicar. Se titula IRM y fue compuesto y producido por Beck.
Rufus y Martha Wainwright
A los hermanos Wainwright, Rufus y Marta, la vocación les llama a gritos. Su padre es Loudon Wainwright III y su madre era Kate McGarrigle, ambos cantantes. Rufus, talentoso y con querencia al exceso, ha trazado una trayectoria apasionante cuyo barroco carácter no impide establecer inmediata conexión emocional, aunque algunos no hayan entrado en su peculiar universo. Martha, mucho más comedida en las formas, ha ido dulcificando su pasional discurso, aunque sin perder ángel.
Jason Bonham
Cuando John Bonham nació, rompieron el molde, así que su desaparición se tradujo en el adiós de Led Zeppelin. El batería del cuarteto londinense, un bárbaro en sentido estricto, era insustituible. O casi. Su hijo Jason es el único que se ha sentado tras los parches del grupo en los últimos 34 años. De forma muy puntual –aquel concierto de 2007 en homenaje a Ahmet Ertegun, el capo de Atlantic, es el más recordado, aunque no el único– pero dejando bien alto el pabellón. Además, ha grabado discos a su nombre y trabajado en grupos como UFO y Black Country Communion.
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