Green Day cambia la ópera rock por LPs de punk crudo
La serie de tres álbumes incluye el tributo a Amy Winehouse y el himno de Occupy
Billie Joe Armstrong está confundido mientras ve una partitura sobre una consola de grabación en los estudios Ocean Way en Los Ángeles. Armstrong, el vocalista-guitarrista y compositor principal en Green Day no sabe leer música. “Es extraño estar viendo la partitura de algo que yo escribí y no entender nada”, dice con una extraña sonrisa. “Es como estar viendo braille”.
Es el último día de grabación de la inminente trilogía de nuevos álbumes de Green Day: Son 36 canciones repartidas en ¡Uno!, ¡Dos! y ¡Tré!, se lanzarán por Warner Bros., el 25 de Septiembre, 13 de Noviembre y 15 de Enero, respectivamente. Armstrong, el bajista Mike Dirnt y el baterista Tré Cool se aliaron con el viejo conocido coproductor (y director de Warner Bros.) Rob Cavallo para los últimos arreglos. Al otro lado de la ventana del cuarto de control, una sección de cuerdas suena sobre el intenso piano de “Brutal Love”, agregando lo que Armstrong llama “un sentimiento arrebatador, como algo que obtienes con una vieja grabación de Otis Redding”. Después, las cuerdas dan un toque intenso estilo “Mind Games” de John Lennon sobre una balada que se llama “Forgotten”.
Entre sesiones, Armstrong anota que ambas canciones estarán en ¡Tré!,
después describe el orden sónico y temático de los nuevos álbumes: “El primero
es power-pop. El segundo es más garage, más del estilo nuggets rock. Y el
tercero” –hace un gesto hacia las cuerdas– “se supone que será épico”.
“Con el primer álbum, te estás poniendo a tono para la fiesta”, elabora
Armstrong brillantemente, refiriéndose al tintineo estilo The Who
y la energía tipo Cheap Trick de “Stay the Night”
y “Carpé Diem”. En ¡Dos!, dice, “Tú
eres la fiesta” –una buena descripción para la lujuria, locura y velocidad de
“Fuck Time” y “Wow, That’s Loud”. “Y el tercer álbum…”, Armstrong hace una
pausa, buscando la analogía correcta. “Estás limpiando el desastre”.
El siguiente día, Green Day está en un estudio en Tarzana,
suburbio de L.A., mezclando las canciones de ¡Uno! con
Cavallo; quien coprodujo el multiplatino
Dookie de 1994, y el ingeniero Chris Lord-Alge. “Queríamos
regresar a la simpleza de Dookie”, comenta Cavallo.
“Queríamos ir a la era pre Dookie, de regreso a nuestro
amor por la música de los años cincuenta y sesenta, rock & roll. Predominan
los tambores, bajo, guitarras y voz”.
“Diversión como ésta debería ser entregada directamente, no tendrías que
cazarla”, se cuela Cool diciendo que Green Day, con el
segundo guitarrista Jason White, arreglaron y ensayaron las nuevas canciones
“cinco días a la semana por casi un año” –en su estudio de Oakland en su mayoría–
“y puedes escucharlo: ‘Estos chicos son los amos de ésto’. Este es el sonido de
nuestro cuarto, nuestras guitarras, nuestros tambores, de nosotros tocando”.
“Estábamos pensando en hacer un álbum de power pop, más sucio, de regreso al
origen”, comenta Dirnt, aludiendo al peso sociopolítico de los últimos dos
discos de Green Day, American Idiot
del 2004 y 21st Century Breakdown de 2009. En lugar de
eso, dice orgulloso: “Grabamos nuestra versión de Exile on Main
Street”. Durante una larga entrevista en la sala del estudio,
Armstrong describe su composición para los nuevos álbumes –las cuales iniciaron
durante la gira de 21st Century Breakdown y continuaron
durante su temporada como St. Jimmy en la producción de
Broadway de American Idiot– como “disparos desde la
cadera”, asegura. “Cualquiera de las letras o ganchos que venían a la mente,
simplemente los aventaba. Y otra vez estaba escribiendo sobre chicas. Pero ya
al ser un hombre, era más acerca de tensión sexual; cómo la controlamos, cómo
perder el control en ella”. Armstrong salió de esa racha de composición “con
casi 70 canciones; algunos fragmentos, algunas listas para grabar”, dice. Al
final, Green Day grabó más de 40 de ellas. “En el
amplio esquema de las cosas, cuando revisas estos álbumes”, continua Armstrong,
“es como una versión actualizada de lo que hemos estado haciendo desde hace un
par de álbumes.
Es político”, dice, haciendo referencia a “99 Revolutions”,
tema incendiario de ¡Tré! que escribió en la vigilia de
las protestas de Occupy en Oakland el otoño pasado.
También hay perdida. “Amy” es un réquiem casi desnudo, al final de ¡Dos!
para la ausente Amy Winehouse. El demo original de guitarra y
voz de Armstrong, grabado en el estudio de su casa, fue ligeramente retocado
con bajo y cuerdas. Dirnt compara el resultado con la balada de 1964 “And
I Love Her” de The Beatles. “Quería que fuera como un
suave susurro”, dice de su parte en el bajo. “Eso era lo que queríamos
conseguir mientras grabábamos; una forma de decir ‘Estoy aquí contigo’”.
“Amy”
es también el puente a ¡Tré!, la cual, dice Armstrong,
abrirá con “Brutal Love” e incluirá otro adiós “X Kid”, un fuzz
pop enredado que escribió después del suicidio de un amigo cercano hace
dos años. “Era una persona hermosa que no estaba creciendo, y no podías saberlo
hasta que pasó todo”, comenta Armstrong con un suspiro. “No quiero admitir que
soy un maldito adulto, y de mediana edad. Pero puedo admitir que ya no soy un
niño, soy un ‘X Kid’, eso suena mucho mejor”.
Cavallo no tuvo ningún problema como productor o jefe de la disquera en los
tres álbumes que Armstrong propuso el año pasado. “Cuando escuchas las 36
canciones”, dice Cavallo, “te garantizo que no habrá ni un fracaso en el
montón”. Sin embargo, acepta que encontró un poco de escepticismo dentro de la
propia compañía. “Nunca se ha hecho antes, así que había mucho miedo”. La idea
de lanzar los discos con una semana de diferencia resultó logísticamente
inviable. La otra –sacar un álbum cada seis mesea– “no funcionaba en lo
absoluto. Creativamente estos álbumes tienen que estar juntos”. “Eso es lo más
gracioso”, comenta Armstrong antes de regresar a la sesión de mezclas.
“Empezamos con algo tan simple, y aún así se volvió una locura”, se echa a reír
a carcajadas. “No sé otra manera de hacerlo. Eso es Green Day”.
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