Estamos acostumbrados a que los músicos pop publiquen en ciclos de dos a tres años. Entre cada trabajo suelen mediar giras y periodos de retiro en los que se gesta el próximo álbum. El caso es que esto no siempre sucede así y, en algunas ocasiones, los nuevos discos tardan en llegar.
Fuente: Rolling Stone
Incompatibilidades de agenda, asuntos internos, dudas, bloqueos creativos, conflicto de intereses con las discográficas y demás circunstancias retrasan la finalización y publicación de ciertos álbumes ad infinitum. A veces, incluso más allá. Recordamos algunos de los álbumes que más se han hecho de rogar.
D’Angelo – ‘Black messiah’
El superdotado músico estadounidense –una de las figuras esenciales del soul-R&B contemporáneo– ya se hizo el interesante con Voodoo (2000), su aclamado segundo álbum, que tardó casi cinco años en publicar. Después ha pulverizado su propio registro. El esperadísimo Black messiah llegó a las tiendas a mediados de diciembre pasado, casi 15 años después. De por medio muchos problemas, cuitas sentimentales y profesionales, adicciones que se disparaban y la determinación de construir una obra total que, por fortuna, no ha decepcionado.
Guns N’ Roses – ‘Chinese democracy’
Para leer los créditos de este álbum, publicado en noviembre de 2008, 15 años después de “The Spaghetti Incident?”, hay que echarle valor y tiempo. Decenas de músicos, productores, ingenieros, asistentes y técnicos implicados en un trabajo repartido por 14 estudios, en un desesperante proceso de probatura, descarte y regrabación que costó millones de dólares, confirmando al ínclito Axl Rose como embajador plenipotenciario de un legado que no merecía semejante maltrato. ¿Mereció la pena tanta espera?
My Bloody Valentine – ‘m b v’
Loveless (1991), el aclamado segundo álbum de los irlandeses, ya había dado tormento. Su grabación, larga y carísima, contribuyó a la bancarrota del sello Creationy apenas produjo rédito económico. En 1992, My Bloody Valentine fichó por Island, puliéndose el generoso anticipo de la discográfica en la construcción de un estudio que solo daba problemas. Empezaron a grabar en 1996 y un año después habían avanzado mucho, aunque no llegaron a terminar. Poco después abrieron un paréntesis que duró hasta 2007, momento en que retomaron buena parte del material ya existente para rematarlo. En enero de 2013 autoeditaron m b v, cosechando un merecido éxito de crítica.
David Bowie – ‘The next day’
Sospechábamos, no sin motivo, que Bowie se había retirado. Hacía diez años que no publicaba disco –Reality (2003)– y había sufrido un grave problema coronario que le obligó a reducir su agenda a la mínima expresión. El 8 de enero de 2013, el día de su 66º cumpleaños, anunció la publicación del sensacional The next day, que vio la luz en marzo. Además de los méritos puramente musicales, el británico consiguió ese más difícil todavía de mantener en secreto sus planes. La grabación del disco tuvo lugar en Nueva York, bajo la tutela del productor Tony Visconti, en sesiones esporádicas, durante dos años. Bowie hizo firmar a sus músicos una cláusula de confidencialidad. Y el estudio quedaba desierto cuando su equipo trabajaba en él. Menuda sorpresa, sí.
Patti Smith – ‘Dream of life’
Patti Smith se apartó del negocio musical en 1980, tras la publicación de Wave (1979). Ese retiro duró casi una década. Años felices en los que dio a luz a sus hijos Jackson y Jesse, consagrándose a una vida contemplativa y frugal junto a Fred “Sonic” Smith, su marido, venerado guitarrista de MC5. Los derechos generados por canciones como Because the night y Kick out the jams les permitían seguir adelante, aunque sin dispendios. Cuando la cosa no dio para más, compusieron y grabaron Dream of life (1988), álbum apreciable aunque de escaso recorrido comercial que contiene una de sus composiciones más célebres, People have the power. Después vino otro largo retiro que concluyó abruptamente en 1994, tras el prematuro fallecimiento de su esposo. Esa y otras muertes de seres muy queridos la llevaron de nuevo al tajo, esta vez con resultados de excepción. Publicado en 1996, Gone again es uno de sus mejores discos.
Linda Perhacs – ‘The soul of all natural things’
La historia de Linda Perhacs no tiene desperdicio. Trabajaba como higienista dental en una clínica de Beverly Hills a la que solían acudir empleados de Hollywood. Uno de ellos era el compositor Leo Rosemann, quien se enteró de que Perhacs escribía canciones y le pidió que se las mostrara. Asombrado por el talento de la jovencita, movió cableado en su estudio para grabarle un álbum, Parallelograms (1970), que no gustó a la autora ni tuvo fortuna comercial. Decepcionada, Linda regresa a sus quehaceres odontológicos hasta que, 44 años después –probable récord mundial de la disciplina– publica su segundo álbum, The soul of all natural things.
Lucinda Williams – ‘Car wheels on a gravel road’
La carrera de Lucinda Williams avanzó despacio, casi a trompicones, hasta la publicación de este disco extraordinario, que supuso la consagración de una artista meticulosa, acostumbrada a trabajar sin prisas. Car wheels on a gravel road (1998) es el resultado de seis años de esfuerzos, cambios de plan, adiciones y sustracciones, discusiones y trifulcas. Le costó su amistad con el productor Gurf Morlix, que fue quien inició el trabajo. Williams decidió tirar a la papelera la primera versión del disco y Steve Earle tomó el testigo de Morlix, con idéntico resultado. Fue Roy Bittan, el teclista de la E Street Band, quien asumió la misión imposible de terminarlo. Los resultados dieron la razón a la de Luisiana: ganó un Grammy, vendió casi un millón de copias en su país y consolidó su carrera.
The Stone Roses – ‘Second coming’
The Stone Roses habían conquistado la eternidad del pop británico con su debut homónimo, publicado a mediados de 1989. Un disco asombroso que marcó a una nueva generación de músicos y melómanos, poniendo el listón cerca de la estratosfera. No tenían fácil superarlo y, además, lidiaron con un largo juicio auspiciado por Silvertone, sello que reclamaba el cumplimiento íntegro de su contrato discográfico. La demanda les impedía trabajar para otros. El cuarteto de Manchester ganó el pleito, pero las paternidades de Ian Brown y John Squire obligaron a posponer las grabaciones hasta el verano de 1993. El lanzamiento de Second coming se produjo en diciembre de 1994 y dejó a algunos con tres palmos de narices. Rock de aire setentero, mucho blues, largos desarrollos de guitarra y la sensación de que el grupo había perdido el ángel. No, de momento no ha habido Third coming.
Black Sabbath – ’13′
Publicado en 2013, 13 fue el primer disco en estudio de los británicos desde el risible Forbidden (1995) y el primero con Ozzy desde Never say die! (1978). Llevaban años maquinándolo y su gestación fue compleja. El guitarrista y líder Tony Iommi ya luchaba contra el cáncer mientras que el batería Bill Ward terminó apeándose del proyecto y fue sustituido por Brad Wilk, el hombre tras los parches en Rage Against the Machine. Pese a todo, la cosa salió bien. Es un disco notable en el que tres cuartas partes de la formación original del grupo –el bajista Geezer Butler también compareció a la llamada– se pegan un homenaje a costa de su propia herencia. Cien por cien sabbathico. Nada que objetar.
Dr. Dre. – ’2001′
El productor californiano conmocionó el universo hip-hop con los pioneros del gangsta-rap N.W.A. Después, revolucionó las producciones del género con un álbum ineludible, The Chronic (1992), cuya escucha aun resulta tonificante. Tardó casi una década en publicar un nuevo disco en estudio. Se tituló 2001, aunque fue lanzado en 1999, con una inmejorable acogida. Después, Dre se centró en las producciones para terceros, cosechando un gigantesco éxito a la vera de Eminem. Se suponía que iba a publicar un tercer álbum a su nombre –titulado Detox, empezó a trabajar en él hace 15 años– pero sus fans siguen esperando.
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